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Cine

Bienvenido a Woodstock

30-11-2009, 12:55:05 PM Por:
Bienvenido a Woodstock

Los personajes que pueblan el Woodstock de Ang Lee pretenden ser emblemáticos y terminan siendo caricaturas.

Cine PREMIERE: 2.5
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Elliot “Teichberg” Tiber es el hombre que propició el surgimiento de una generación entera. Un decorador de interiores, radicado en Manhattan, que para rescatar a sus padres de la quiebra se trasladó al cercano pueblo de Bethel, restauró el desvencijado motel familiar, y terminó asociándose con el productor Michael Lang para negociar la renta de un inmenso terreno donde tendría lugar el máximo festival de rock de la historia. Ese lugar, Woodstock, fue por espacio de tres días de paz y música “el centro del universo”, con una asistencia de medio millón de hijos de la contracultura, en agosto de 1969, hace exactamente 40 años.

Ang Lee rinde en Bienvenido a Woodstock un tributo inusual al evento capturado en Woodstock (1970), el estupendo documental de Michael Wadleigh que incluye la preparación del festival y momentos musicales de antología. Parecía ocioso repetir esa experiencia fílmica, y cautelosamente el director taiwanés evitó hacerlo. Lo que propuso fue una mirada intimista al evento, desde la perspectiva del propio Elliot Tiber (Demetri Martin), con las peripecias de organización y el impacto que el festival y su multitud entusiasta tuvieron en su vida privada y en la de sus padres, emigrados judíos rusos.

En cintas anteriores (Comer, amar, beber; El banquete de bodas), Lee exploró historias de familias, conflictos culturales, y atisbos a un despertar sexual; en Bienvenido a Woodstock, el festival es el catalizador de una liberación personal y de una crisis doméstica. Un magnífico telón de fondo para una historia muy ordinaria que el guionista James Schamus presenta con múltiples cabos sueltos y personajes sin mayor complejidad dramática. El personaje central es gay, o descubre en el festival su homosexualidad, pero el hecho apenas tiene trascendencia en la trama. Sorprende la ausencia de intensidad en el director de Secreto en la montaña, como también su recurso a una técnica visual tan gastada como la pantalla dividida (más cerca aquí del videoclip que del memorable Nashville de Robert Altman), o la ingenuidad de ese inefable viaje en ácido, muy en deuda con la estética pop del musical A través del universo, de Julie Taymor. Los personajes que pueblan el Woodstock de Ang Lee pretenden ser emblemáticos y terminan siendo caricaturas, son tan insustanciales como la metáfora marítima que remplaza a las multitudes, o como los ecos de una música que jamás prende porque se juzgó innecesario incluirla de modo significativo. Un Woodstock intimista; un festival musical sin música. Para algunos toda una revelación; para muchos otros un mal viaje.

–Carlos Bonfil

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autor Clara Itzel es una comunicóloga junkie de los animales, TV, cine, libros, tatuajes, pop culture, té & café. La pueden seguir en instagram (@MissClaraItzel) y leer en ElMoodRandom.com
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