Biutiful
Una cinta poética, con actuaciones sobresalientes y una narrativa envolvente.
Alejandro Gonález Iñárritu presenta en éste, su cuarto largometraje –por primera vez separado de su guionista de cabecera, Guillermo Arriaga– el retrato de un hombre en caída libre y puesto en el umbral de la muerte, obligado a tomar un camino hacia la redención. Javier Bardem, en una de las interpretaciones más sólidas de su carrera, encarna a Uxbal, un criminal del mercado negro y trabajo de inmigrantes, quien busca una vivienda y futuro digno para sus hijos.
Narrada de forma completamente circular y de una manera mucho más lírica que sus trabajos anteriores, Iñárritu cuenta un episodio en la vida de este hombre sin emitir juicio alguno, sino presentando una perspectiva única del personaje y su situación. Y ahí radica la grandeza de esta obra y su belleza inherente: no sólo en los recursos visuales y auditivos (el diseño de audio es particularmente interesante, e incluso confuso por momentos) con los que el director decora este lienzo, sino en su exploración del cambio que sufre la visión de un hombre al enfrentarse a una muerte segura.
El punto de arranque desencadena una serie intrincada de eventos que analizan el problema de migración en España, a la par que desarrolla, de manera poética, el cómo un hombre se va desvaneciendo poco a poco de la vida. Un drama desgarrador, estéticamente muy elaborado (mención especial a la diversidad de simbolismos sutilmente planteados en cada toma) que romperá el corazón de más de un espectador. Por fortuna, el final ofrece un cierto alivio, para aquellos de espíritu suficientemente fuerte para aguantarla hasta el final.
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