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Cine

Corazón del tiempo

15-08-2009, 5:44:53 PM Por:
Corazón del tiempo

Lo mejor es el registro en tono documental de la cotidianidad de un pueblo que realiza sus tareas en la casa y el campo, además de relajarse en las fiestas familiares o comunales.

Cine PREMIERE: 2
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El director de Amor a la vuelta de la esquina (1985) y Ciudad de ciegos (1991), nos obsequia ahora Corazón del tiempo (2008), la primera película de ficción filmada en territorio liberado zapatista como un reconocimiento a la lucha y resistencia del movimiento indígena que en la década pasada hizo eclosión en Chiapas, encabezado por el subcomandante Marcos.
 
El guión del director Alberto Cortés y Hermann Bellinghaussen nos remite al enamoramiento de Sonia (Rocío Barrios) y Julio (Francisco Jiménez), no obstante el compromiso que las familias de ambos han adquirido para que ella se case con otro hombre. Paralelamente a la sencilla historia que aborda la lucha de una pareja para que la comunidad acepte y reconozca su afán amoroso, encontramos una relación complementaria, la de la pequeña hermana de Rocío y la abuela, como referencia a tres generaciones que han tenido presencia en las comunidades zapatistas en diferentes tiempos, expresando experiencias particulares en el terreno amoroso. Igualmente el correlato musical (Cecilia Toussaint y miembros de Habana Blues y Ojos Brujos) sugiere emociones y sentimientos que deberán encontrar camino con claridad y tesón, enfrentando resistencias sociales y formas ancestrales de vida.
 
Si bien la parte romántica nos participa de los posicionamientos de la pareja (él asumiendo responsabilidades militares y ella luchando por el respeto a sus decisiones), existe alrededor de la historia central una serie de registros visuales que pretende informar o aludir las duras condiciones en que las comunidades liberadas han sobrevivido, luchando por la integración de municipios autónomos y juntas de buen gobierno. Es aquí donde el esquematismo aflora a la menor provocación sin tener amarres convincentes, con situaciones que ameritaban un desarrollo más profundo y de mayor peso dramático. Basta ver la cámara maniquea de un hombre captando el patrullaje del ejército por aire y tierra, las reuniones de las bases zapatistas con autoridades de la comunidad, las conversaciones de los miembros del ejército de liberación, etc.
 
A favor de este proyecto denodado que le llevó varios años al director, hay  que mencionar la frescura lograda en actores no profesionales porque los protagonistas son los propios habitantes de las comunidades. Lo mejor sin duda es el registro en tono documental de la cotidianidad de un pueblo que realiza sus tareas en la casa y el campo, además de relajarse en las fiestas familiares o comunales. En esta observación tranquila y pausada de actos personales, familiares o sociales se percibe la experiencia del director en el documental (La tierra de los tepehuas, 1982). En esta parte encontramos el mayor valor de una cinta que declara abiertamente su apoyo a un movimiento que testimonia los pendientes del Estado mexicano con la población indígena agobiada por la pobreza, el rezago material y la violación a los derechos fundamentales.

–Roberto Ortiz

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autor Clara Itzel es una comunicóloga junkie de los animales, TV, cine, libros, tatuajes, pop culture, té & café. La pueden seguir en instagram (@MissClaraItzel) y leer en ElMoodRandom.com
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