Entre los muertos
Una obra compleja y fascinante, incursión sutil a un periodo negro de la historia balcánica y a la estela de amargura que un crimen sin castigo deja en la conciencia colectiva.
Luego de superar un largo periodo de coma, el médico Lázaro Perkovy es visitado por las personas muertas que le ayudaron a regresar a la vida, y a las que hoy debe conducir a su reposo final. Se trata de almas que vagan sin consuelo y con una culpa a cuestas: algún suicidio, un deceso infantil sin bautizo, restos sin sepultura de víctimas de la guerra y el exilio. Para Lázaro, el resucitado y nuevo vidente, el mundo se ha vuelto un territorio misterioso, con seres antes familiares que ahora son presencias lejanas y con muertos que cada día adquieren mayor consistencia. A la manera de un thriller, el protagonista busca descifrar las claves del enigma. Una anciana se le aparece y le habla en un dialecto incomprensible. Él graba sus palabras, las lleva hasta un filólogo especializado en lenguas antiguas, y el mensaje arroja la sentencia: “Regresa lo que no es tuyo; muestra respeto”. Otro personaje extraño, un vecino, camina pesadamente dejando huellas de sangre a su paso, mientras carga a un niño que llora.
Entre los muertos evoca la realidad histórica de un genocidio impune y los efectos en el ánimo de los sobrevivientes y su descendencia: los ecos de una Macedonia por largo tiempo invadida y fragmentada, que sólo a partir de 1991 pudo encontrar de nuevo un símil de unidad nacional. Desde ultratumba le llegan a Lázaro los reportes cifrados de los largos años de exilio y despojo territorial. La cinta es la densa parábola de una recuperación de la memoria colectiva y un intento de exorcizar con ritos funerarios el desasosiego. Sería un error reducir esta obra a un mero ejercicio de horror metafísico. La irracionalidad del genocidio aludido tuvo repercusiones en la limpieza étnica que décadas después llevara a la práctica un régimen autoritario en Yugoslavia. Esta persistencia del crimen masivo invade la conciencia del protagonista y perturba al espectador atento. El director macedonio Milcho Manchevski (Antes de la lluvia) refrenda aquí el vigor de su sensibilidad artística.
–Carlos Bonfil
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