Están todos bien
Un filme con momentos entrañables, acerca de las relaciones famiiares. Llorarás.
En fechas recientes se han lanzado cintas notables sobre hombres maduros y cómo lidian con la viudez: desde la confusión de Jack Nicholson en Las confesiones del Sr. Schmidt (2002) hasta la melancolía de Las flores del cerezo de Doris Dörrie, pasando por la espléndida Up (obra de arte con envoltura de entretenimiento masivo), se han explorado los infiernos de la soledad y la añoranza, así como el bálsamo del autodescubrimiento.
En la más reciente cinta del británico Kirk Jones, Robert De Niro (en una de esas actuaciones que le gustan a cierto Oscar) interpreta a Frank, papá cuervo que intenta reunir a sus hijos, desperdigados y ocupadísimos por todo Estados Unidos. Si la montaña no va a él, él irá a la montaña: al ver sus intentos frustrados, decide, contra las indicaciones de su médico, emprender un road trip –hay ecos, también, a Una historia sencilla de Lynch– que lo lleva desde Nueva York hasta Chicago, Denver y Las Vegas. La situación está puesta para un drama lacrimógeno en que Frank descubrirá las fisuras afectivas en su clan, y cómo su esposa era el único puente de comunicación entre él y sus hijos. El problema: aunque tiene momentos entrañables –y muchos–, ahí cuando el filme puede desmarcarse del montón, el director cae en muletillas melodramáticas innecesarias, como los llantos junto a una cama de hospital, y desaprovecha el talento de los actores secundarios, sobre todo el de Kate Beckinsale.
–César Albarrán Torres
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Clara Itzel Hernández Valladares Clara Itzel es una comunicóloga junkie de los animales, TV, cine, libros, tatuajes, pop culture, té & café. La pueden seguir en instagram (@MissClaraItzel) y leer en ElMoodRandom.com
