Más allá de la duda
Una premisa atractiva y prometedora que simplemente no fue bien ejecutada en ningún aspecto fílmico.
Al incicio, la cinta luce prometedora: Jesse Metcalfe es un reportero investigador que busca probar que el fiscal de distrito (MIchael Douglas) es corrupto y planta evidencia en las escenas de crímenes violentos para encarcelar a los acusados y así ganar la carrera electoral en la que se postula como gobernador. Entonces, dicho reportero se da a la tarea de probar esta teoría usándose a sí mismo como carnada, al implicarse en un crimen que no cometió, meramente con evidencia circunstancial.
Y hasta ahí todo va bien. La premisa es atractiva y el escenario da los elementos para una cinta de suspenso que podría atraparnos: la corte, abogados, reportero, crímenes, investigación… todos temas que han dado lugar a películas irresistibles. Sin embargo, son los diálogos poco creíbles y el montaje completamente ochentero de la cinta, aunado a interpretaciones pobres –en gran medida producto de los terribles diálogos y una mala dirección– los que terminan por arruinar todo el potencial de la cinta.
Las vueltas de tuerca son predecibles, y aunque no lo fueran, son irrelevantes. Desgraciadamente lo que empezó con un buen punto de partida, simplemente no llegó a buen puerto. Ni el valor histriónico de Michael Douglas puede salvar a esta cina de su veredicto final: un desperdicio de una buena historia.
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