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Cine

Mi vida dentro – Crítica

19-01-2009, 5:17:34 PM Por:
Mi vida dentro – Crítica

Una cinta triste tanto por la fatalidad del caso que exhibe como por la forma en cómo lo hace. 

Cine PREMIERE: 2
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El género documental es uno de los discursos cinematográficos más complejos. Por un lado, limita al director a capturar una historia en la que no tiene posibilidad de intervención; por el otro, ofrece escenarios incapaces de repetirse, obligando al realizador a rescatar imágenes de instantes únicos. Sin embargo, en Mi vida dentro, el cineasta que se circunscribe a este discurso tiene la posibilidad de construir un relato haciendo uso de distintos medios, entre ellos el montaje, la yuxtaposición de imágenes y sonido y el tratamiento temporal narrativo.

En los últimos años las salas de nuestro país han exhibido una cantidad importante de películas que pertenecen al género. En este contexto se presenta Mi vida dentro, primer largometraje de Lucía Gajá (ciudad de México, 1974), que ha ganado múltiples reconocimientos a nivel internacional. El documental proyecta una historia terrible: Rosa, una mujer que aún siendo adolescente viaja a Estados Unidos buscando un futuro mejor que el que le ofrece México, es sentenciada a pasar el resto de sus días en una cárcel norteamericana por el presunto asesinato de un niño de dos años. La directora intenta exhibir este ejemplo como una muestra de los casos en los que los mexicanos cruzan la frontera persiguiendo un porvenir económico promisorio y encuentran una realidad alejada de sus ideales. No obstante las buenas intenciones, el filme brinda una serie de fisuras que desembocan en un relato atropellado. Por principio, la realizadora elige contar la historia de Rosa de forma cronológica.

Lo que parece una estrategia de orden narrativo es un recurso para enganchar al espectador ocultándole el veredicto de la corte. Otros cineastas que han trabajado con historias reales han sabido eludir el efectismo. El ejemplo más sobresaliente es el de Michael Haneke, quien en cada una de las películas de su «trilogía de la glaciación» –El séptimo continente (1989), El video de Benny (1992) y 71 fragmentos de una cronología del azar (1994)– anuncia en los primeros instantes el fatal desenlace de los personajes, logrando que el espectador mantenga el interés por la forma en cómo se cuentan los hechos y no en el descubrimiento de un final sorpresivo, como sí lo hace la directora mexicana. De igual forma, Gajá utiliza la música como un artificio para cargar de emociones situaciones de la vida de la protagonista.

Mi vida dentro no se desmarca de los documentales que cinematográficamente no ofrecen riesgos formales y se encuentran más cerca de los reportajes televisivos. Una cinta triste tanto por la fatalidad del caso que exhibe como por la forma en cómo lo hace.

– Abel Cervantes

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