Una guerra de película

La fe depositada en el talento de Ben Stiller finalmente rinde frutos; luego de años de interpretar el mismo papel de hombre fracasado una y otra y otra vez –y casi siempre con éxito en taquilla-, retoma las riendas creativas y vuelve a hacerse cargo de la dirección y el guión (coescrito con 50% de los hermanos Cohen, Ethan) para presentar una incisiva sátira sobre la industria fílmica de Estados Unidos, en tono similar a su parodia del mundo del modelaje Zoolander, y a la que no le importa si ofende a quienes pretenden que todo sea políticamente correcto.

En este Entourage fársico, la producción de una cursi y ligeramente pretenciosa película de guerra, protagonizada por una decadente estrella de acción, un serio actor de método y un comediante drogadicto, está en problemas y a punto de ser cancelada, cuando el director decide quitar el lujo a sus estrellas e internarlos en la selva en Vietnam, como un ejercicio actoral. Ellos seguirán interpretando sus roles, sin darse cuenta de que el peligro que ahora los rodea es real.

De los tres protagonistas, Ben Stiller, Jack Black y Robert Downey Jr., es el último quien roba escena interpretando a una especie de Russell Crowe, es ‘el tipo interpretando al tipo disfrazado de otro tipo’, un australiano que toma la actuación tan en serio que se somete a un procedimiento quirúrgico para interpretar a un soldado negro, dando lugar a controversia sobre el uso de blackface (actores blancos maquillados para hacer personajes negros, como sucedía en la primera mitad del siglo XX), tanto dentro como fuera de la película.

La cinta también fue polémica porque dentro de  la trama, el personaje de Stiller participó en una cinta que casi arruina su carrera, llamada Simple Jack, interpretando a un hombre con retraso mental. Lo que en Thunder es una clara sátira de actuaciones ganadoras de premios como la de Dustin Hoffman en Rain Man o la menos afortunada Yo soy Sam con Sean Penn, ha sido malentendido como un insulto a la gente con discapacidad mental (cuando en todo caso es una critica a ese tipo de cintas emocionalmente manipuladoras y a quienes utilizan esos papeles como estrategia para ganar reconocimiento), incitando protestas y llamados  a boicotear la película.La sátira, por cruda que sea, deja en manifiesto la incapacidad de muchos para comprender un texto y limitarse a tomar las cosas literalmente, sin ver sus posibles capas de significado.

Mención aparte merece Tom Cruise, quien aparece como un ambicioso y cruel director de estudio de cine. Más allá de la transformación física (producto del maquillaje, no de un esfuerzo de transformación corporal real) que hace que el galán aparezca gordo y calvo, es el atinado tono humorístico, y el que por primera vez en mucho tiempo -¿tal vez desde su cameo en Austin Powers: Goldmember?-, Cruise deja de tomarse en serio. Vaya, es tan efectiva su participación que funcionó como primer paso para la restauración de su carrera.

También es de admirarse el material creado para promover la cinta; desde sitios de internet falsos para ampliar el mundo de la película, hasta los tres trailers falsos que forman parte de la trama y son de lo mejor de la cinta, parodiando despiadadamente los éxitos de Eddy Murphy y hasta Brokeback Mountain.
Una guerra de película es, finalmente, todo lo inteligente y provocadora que puede ser una cinta que avienta la piedra y esconde la mano, y que es incapaz de ocultar que en sí misma es una cinta de estudio, con un altísimo presupuesto que cae en los excesos (gracias a grandes secuencias de acción y momentos de humor mucho más elemental) del sistema que critica.

– Miguel González

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Sergio López Aguirre Stanley Kubrick alguna vez dijo "Para tener una visión más amplia, no sólo vean cine bueno, también el malo" obvio le hice caso en lo segundo y es muy divertido.