Game of Thrones: The Pointy End
Un final de ésos que producen escalofríos.
El episodio empieza como los grandes: Syrio, el maestro de danza de Arya da una presentación ejemplar con la espada, a la par que su alumna pronuncia una de las tantas frases ya icónicas de la serie: “What do we say to the God of death? Not today”. Y mientras Ned Stark se pudre en un calabozo a órdenes del ilegítimo Rey Joffrey, la mitología fantástica que hasta el momento sólo servía de telón de fondo cobra más importancia.
En la Wall, somos testigos de los terribles White Walkers, que sólo nos hacen preguntarnos qué más terrores se esconden atrás de la enorme pared. Una nueva forma de hechicería enreda a Daenerys en algo que no promete acabar bien, mientras Khal Drogo tiene otro desplante del guerrero innato en él. Los increíbles escenarios de Winterfell sólo nos hacen desear que hubiera más horas en la serie para poder aprovecharlos más tiempo.
Sansa se encuentra en una difícil posición y la Reina cada vez es más cruel e intolerante. Lena Hadley se prueba una vez más como una convincente Cersei que logra ponernos a todos los pelos de punta. Sin embargo, es Joffrey quien nos sorprende con su interpretación. Más cruel y más malicioso de lo que podíamos imaginar, el joven rey sólo sienta las bases para un nuevo reinado de terror en Westeros.
El personaje de Robb, hasta ahora un tanto inexplorado (y cómo no, si hay 257 personajes más a los que necesitan ponerles atención) se yergue como un valiente caballero, dispuesto a llevar a su gente a la guerra por el honor de su padre. Nos intriga si será un verdadero heredero de Winterfell o si sólo es un niño asustado. Con la importancia que están cobrando estos personajes, es evidente que la serie se perfila a orientarse hacia las generaciones más jóvenes.
Como siempre, el tiempo en pantalla de Tyrion se agradece. Una vez más lo vemos hacer uso de su mordaz lengua para salirse con la suya. Finalmente conocemos en carne y hueso a su padre, el legendario Tywin Lannister y las expectativas se cumplen. La sola presencia de Charles Dance es lo suficientemente intimidante como para que sepamos que éste es un adversario de temer.
Mención aparte para el final, que de la manera más sutil nos estremece y nos enchina la piel. Sólo dos episodios más…
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Clara Itzel Hernández Valladares Clara Itzel es una comunicóloga junkie de los animales, TV, cine, libros, tatuajes, pop culture, té & café. La pueden seguir en instagram (@MissClaraItzel) y leer en ElMoodRandom.com
