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Rifkin’s Festival: Woody Allen y la nostalgia por el cine que no volverá

20-01-2022, 1:51:41 PM Por:
Rifkin’s Festival: Woody Allen y la nostalgia por el cine que no volverá

Platicamos con el cineasta neoyorquino sobre su última película Rifkin’s Festival, un auténtico homenaje al cine clásico europeo.

En medio de la controversia y tras haber realizado la película Día de lluvia en Nueva York (2019), Woody Allen deja atrás Hollywood para encaminarse de nueva cuenta por territorios ya explorados del continente Europeo. En esta ocasión, el cineasta reitera su fascinación por el metacine con Rifkin’s Festival: Un romance equivocado, en el lugar adecuado, una comedia romántica que se transforma en un nostálgico homenaje al cine clásico europeo, cuyo escenario principal corresponde a una recreación del Festival Internacional de Cine de San Sebastián.

Woody Allen nos invita a dar un paseo por la ciudad del País Vasco para hablar sobre el sentido de la vida, el amor, el desamor y, por supuesto, el arte. El cineasta estadounidense no sólo retrata las peripecias de los amores fallidos, sino que es el relato perfecto para rendirle tributo con memorables referencias a icónicos cineastas: Ingmar Bergman, Federico Fellini, Luis Buñuel, Orson Welles, François Truffaut y Jean-Luc Godard.

Mort Rifkin es el personaje principal -interpretado de manera muy simpática por Wallace Shawn, recurrente colaborador histriónico de Woody Allen desde Manhattan-, quien funge como un nuevo álter ego del veterano director neoyorquino. Mort es un escritor y exprofesor de cine, casado con una publicista  (Gina Gershon), quien viaja a San Sebastián para participar en la logística del encuentro fílmico. Sin embargo, el matrimonio de Mort está al borde del precipicio. Nuestro protagonista vive una de las etapas más confusas y desesperanzadoras de su vida personal y profesional, pero todo cambia cuando conoce a la doctora Jo Rojas (Elena Anaya), con quien inicia una relación platónica.

Aunque, para Mort, ciertas cosas de su vida están lejos de mejorar, el cine clásico europeo se convierte en el único camino que lo puede salvar de la perdición. Ese camino de fantasía que proporciona el séptimo arte y donde los sueños – incluso en blanco y negro y a veces transformados en pesadillas- son la única vía de escape dentro de un mundo hostil.  

En entrevista para Cine PREMIERE, Woody Allen habló sobre cómo cree que han cambiado los festivales de cine, su relación con el Festival de Cine de San Sebastián, su fascinación por el metacine, las diferencias entre el cine de Hollywood y el cine europeo, y porque considera tan únicos los largometrajes en blanco y negro, tan equiparables con las fantasías oníricas del protagonista. Además, reflexiona sobre la función del cine como método de escape y confrontación.

Woody Allen, Wallace Shawn y Elena Anaya en Rifkin’s Festival
Woody Allen, Wallace Shawn y Elena Anaya en Rifkin’s Festival (Foto: Quim Vives)

CP: El personaje principal (Mort Rifkin) habla sobre cuánto extraña los viejos tiempos en los festivales de cine y cómo éstos han perdido su esencia actualmente. Desde tu punto de vista como cineasta y desde que iniciaste tu carrera, hasta ahora, ¿cómo crees que han cambiado los festivales de cine?

Woody Allen: No sé si los festivales han cambiado, pero el contenido de las películas ha cambiado radicalmente. Antes, los mejores directores del mundo iban a Cannes, Venecia, San Sebastián, Toronto y Berlín. Veías películas de [Federico] Fellini, [Ingmar] Bergman y [Akira] Kurosawa, y grandes películas que no se presentaban fácilmente al público porque eran películas muy exigentes. Había un conjunto muy artístico de películas y los fanáticos estaban interesados ​​​​en las mejores películas. Ahora, si hay un festival de cine, lo más importante para ellos es proyectar una película y conseguir que sus estrellas importantes vengan al festival. No era así como se hacía hace años. Antes los festivales veían qué director artístico podían conseguir y qué película era interesante y provocativa. Los festivales han cambiado en términos financieros. Se han convertido en empresas comerciales en lugar de empresas artísticas.

CP: Tu relación con el festival de cine español se remonta a finales de los años 70, cuando se proyectó Manhattan (1979), Zelig (1983) y Manhattan Murder Mystery (1993). En los últimos años, varias de tus películas han sido programadas en el festival, como Match Point (2005), Vicky Cristina Barcelona (2008), Anyway Works (2009), Irrational Man (2015) y, por supuesto, Rifkin’s Festival (2020). También ganaste un par de premios dentro del festival, entonces, ¿qué significa para ti el Festival de San Sebastián?

Woody Allen: Bueno, San Sebastián es diferente porque es un festival más pequeño. No es un gran festival comercial. Y como es más pequeño, tiene un poco más de arte. No tiene la parafernalia de algunos de los otros festivales. Estoy seguro de que en San Sebastián, sí pueden conseguir grandes estrellas, pero han sido muy elocuentes al tratar de proyectar pequeñas películas artísticas.

CP: El personaje principal (que es escritor y exprofesor de cine y) dice cosas realmente interesantes durante la película. Habla sobre lo que significa tener éxito en la vida y de lo difícil que es para él escribir un gran libro que no sea sólo una novela, sino una obra maestra. ¿Has sentido lo mismo en tu carrera? ¿Crees que tus películas deberían ser obras maestras?

Woody Allen: Yo siempre trato de hacer obras maestras. Siempre pienso: “Oh, esto va a ser una obra maestra”. Pero nunca resulta ser una obra maestra. He estado haciendo películas durante 50 años y, cuando estoy en casa escribiendo o estoy filmando, siempre pienso que será una gran película. A veces es una buena película y, a veces, no es tan buena, pero nunca es una obra maestra. No creo que pueda hacer una obra maestra, pero lo intento. Pero cuando he tratado de hacer una obra maestra, falló en el intento y sólo terminan siendo películas decentes.

CP: Varias de tus películas, además de Rifkin’s Festival, utilizan el metacine como recurso narrativo, me refiero a Zelig (1983) y La rosa púrpura de El Cairo (1985), por mencionar algunas, ¿por qué te fascina tanto hacer cine sobre cine?

Woody Allen: El cine es un tema muy viable porque el cine es una industria multimillonaria. Tiene un gran fin comercial y tiene un muy hermoso fin artístico. Las películas son una buena parte de la cultura mundial, la economía del mundo y las ambiciones artísticas de los artistas. El metacine es un tema muy viable para que los directores trabajen. Hay muchas películas que han salido a lo largo de los años que tienen que ver con hacer películas en Hollywood o hacer películas en Europa. Es un tema muy provocativo para un artista. Tan provocativo como la política, el romance o cualquiera de los temas habituales.

Wallace Shawn y Elena Anaya en Rifkin’s Festival

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CP: En la película hay una crítica al sistema hollywoodense (películas hechas sólo para hacer dinero y películas que no son arte) y, por otro lado, el personaje principal ama el cine europeo. Sé que siempre has tenido una actitud muy crítica hacia Hollywood, entonces para ti, ¿cuál crees que ha sido la gran diferencia entre Hollywood y el cine europeo?

Woody Allen: Los cineastas estadounidenses que conocí y con los que crecí idolatrábamos a los cineastas europeos. Para nosotros, los cineastas europeos eran artistas que hicieron películas maduras, artísticamente innovadoras y provocativas. En cambio, en la industria hollywoodense se han hecho películas para ganar dinero, aunque de vez en cuando alguien puede hacer una película maravillosa. En Europa hacer cine se consideraba una forma de arte, por eso convertimos a todos esos cineastas en nuestros héroes.

CP: La última vez que filmaste en blanco y negro fue con Celebrity (1998). Rifkin’s Festival se filma en color, pero el personaje principal (Mort) sueña en blanco y negro. El director de fotografía Vittorio Storaro dijo, en una entrevista reciente, que el blanco y negro es porque el personaje se identifica mucho con las películas clásicas que ama. Creo que con estas secuencias en blanco y negro nos dices que: “las películas ya no son lo que eran antes”, “el cine del pasado y del presente”, “las películas son sueños (pero a veces incluso pesadillas)” y que “los festivales son experiencias oníricas en un mundo de fantasías”. ¿Estás de acuerdo con eso?

Woody Allen: Estoy de acuerdo en que hay muchas personas que aprecian poco la cinematografía en blanco y negro. Algunas de las películas más bellas jamás realizadas se hicieron en blanco y negro. Siempre me molesto con la gente que insiste en el color en las películas. La realidad del asunto es que si hago una película en blanco y negro o si alguien hace una película en blanco y negro, la taquilla es baja y el público se aburre. Quizá el público piense que se trata de un producto profesional secundario, que hay algo mal, que prefieren pagar sólo para ver una película en color o, bien, hay otra facción de gente que dice: “¡Vaya!, es pretenciosamente artístico”. Pero para mí, las películas en blanco y negro son muy hermosas, y muy a menudo más hermosas que la mayoría de las películas en color. Es un asunto muy conflictivo. Si les digo a las personas que inviertan en la película que quiero rodar en blanco y negro, se decepcionan mucho todo el tiempo.

Wallace Shawn y Christoph Waltz en Rifkin’s Festival (recreación de El séptimo sello, de Ingmar Bergman)

CP: La película también habla del sentido de la vida y es algo que nos estamos preguntando constantemente, sobre todo en medio de una pandemia mundial. Creo que el cine es lo que nos puede salvar y darle sentido a nuestras vidas, ¿qué opinas al respecto? ¿Es el cine nuestro escape del mundo real?

Woody Allen: Existen las películas de escape y las películas de confrontación. Me gustan más las películas de escape porque con las películas de confrontación nunca puedes obtener respuestas satisfactorias. Las películas que desafían y cuestionan el sentido de la vida de manera filosófica difícilmente nos dan respuestas. Me gustan, pero es un autocastigo ver películas que plantean preguntas provocativas que nunca van a tener respuesta. Mientras que las películas de escape sirven para un muy buen propósito porque la vida es muy difícil, muy cruel, sin sentido e insatisfactoria. Entras al cine, te desconectas una media hora o dos horas y tu mente se apaga y bloquea todas esas cosas terribles porque estás viendo algo hermoso: gente cantando y bailando o estás viendo una historia de misterio muy buena o un romance maravilloso. Te distrae de lo terrible que es la vida. La distracción es probablemente una de las únicas cosas que puedes hacer en la vida para lidiar con ella. Pero las personas que tienen una mente más seria prefieren las películas de confrontación, aunque siempre se lleven un sentimiento de insatisfacción en términos de lidiar con la pregunta profunda que la película plantea.

Rifkin’s Festival está disponible, desde el 20 de enero, en salas de cine nacionales.

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autor Me encanta ver, hablar, escribir y soñar sobre cine. Mi serie favorita se llama 'La dimensión desconocida'. Siempre estoy cantando. Todo el día pienso en comida. Y no me quito mis gafas de sol ni para dormir.
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