Río helado – Crítica

Ganadora del Gran Premio del Jurado como Mejor Largometraje Dramático en el reciente Festival de Cine de Sundance, Frozen River (Río helado) es una película que reflexiona sobre las fronteras geográficas y afectivas que existen entre los seres humanos. La trama se desarrolla como una afilada crítica al capitalismo, concretamente al Sueño Americano, tomando como contexto la víspera de Navidad.

Ray Eddy (Melissa Leo) es una mujer que enfrenta junto a sus dos hijos una situación económica catastrófica, luego de que su marido pierde en apuestas el dinero que utilizaban para pagar una nueva casa. Apoyada por Lila (Misty Upham), una muchacha de la comunidad Mohawk –que se encuentra territorialmente en el límite entre Nueva York y Quebec–, se ve enrevesada en el tráfico ilegal de personas para saldar la deuda.

El debut de la directora estadounidense, Courtney Hunt, despierta inquietudes sobre situaciones socioeconómicas actuales a través de punzantes aunque obvias observaciones: la familia no tiene dinero para comer por pagar las mensualidades de una televisión de tamaño descomunal que, sin embargo, proyecta imágenes nebulosas. Aunque poco originales existen otras sentencias lacerantes, como la siguiente: la sociedad alcanza la felicidad solamente adquiriendo bienes materiales. Lila, por su parte, no consigue establecerse en ningún trabajo por padecer un mal de la vista. Su ceguera parcial es una alegoría de la poca claridad que los personajes tienen al preocuparse únicamente por sobrevivir en un mundo regido por un sistema económico desventajoso.

Formalmente, el filme está estructurado con un ritmo narrativo que se despliega apoyándose en la fuerza del guión. La fotografía aprovecha los paisajes de la frontera entre Estados Unidos y Canadá: el río que divide ambos países se erige en metáfora de la delgada línea que separa el bien del mal. No obstante la capacidad para mostrar estos conceptos, Hunt exhibe secuencias que se encuentran en los confines del efectismo y la cursilería, como aquella en la que se ven involucrados una pareja musulmana –y su hijo–, la India Mohawk y Eddy –blanca, norteamericana.

Además del premio señalado, Río Helado como película se ha hecho acreedora a múltiples reconocimientos internacionales. Sin embargo, queda una sensación: los festivales cinematográficos poco se interesan en las virtudes formales como medio para transmitir ideas; en cambio se enfocan en premiar películas con mensajes comprometidos políticamente.

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César Albarrán Torres Es investigador del Programa de Culturas Digitales de la Universidad de Sydney. Es el editor fundador de cinepremiere.com.mx y escribe sobre cine, televisión y tecnología en diversos medios nacionales e internacionales.