Robert Pattinson habla de su misión suicida al espacio

La ciencia ficción es algo terrestre, algo que sólo pueden imaginar los humanos. No hacen falta alienígenas ni monstruos, sólo hombres y mujeres, explicaba Claire Denis sobre High Life. Su película, el viaje hacia un agujero negro de un grupo de parias sociales, condenados a muerte en la Tierra y con una última posibilidad de redimirse, es más cercano al Solaris de Andrei Tarkovsky que a cualquier otra odisea espacial. Con Juliette Binoche convertida en una mad doctor obsesionada por la procreación, y con Robert Pattinson como el sorprendente padre de un bebé en una nave a la deriva, la película reflexiona sobre la naturaleza humana, así como sobre el sentido de la vida y su relación con el deseo, la violencia y la muerte. Se trata de un filme de atmósfera enfermiza, malsana, que añade un triunfo más a la carrera que Pattinson sigue elevando y que ha incluido hasta la fecha a cineastas como David Cronenberg, Werner Herzog o los hermanos Safdie.

Durante la pasada edición del festival de San Sebastián platicamos con el actor sobre esta visita extraña al espacio, en cuyo soundtrack incluso participó.

Claire Denis suele contar que en sus primeras reuniones no entendías el guion. Y es que High Life tiene múltiples lecturas…

Mucho más que cualquier lectura narrativa, lo que más me gusta del cine de Claire es su peculiar mirada hacia los personajes y las relaciones humanas. A diferencia de otros proyectos, para esta película no era fundamental tener una comprensión completa del guion ni de mi papel. Te podías acercar de un modo más intuitivo, como si interpretaras música. En realidad, es interesante encargarte de un personaje sin saber a dónde va, o de dónde viene. A Claire no le importa, te pide construir sin tener toda la información. Y me gusta despistar al espectador, que no sepa qué pensar.

Hablando del público, hay algo que ocurrió en el estreno en el Festival de Toronto, se repitió en San Sebastián y probablemente siga pasando: muchos espectadores abandonan la sala antes de que termine la proyección.
Esas reacciones tienen su gracia, es algo que me enseñó David Cronenberg cuando presentamos Cosmopolis en Cannes. Entramos a la sala entre aplausos y él me decía al oído: «Espera a ver cuánta gente aguanta hasta el final».

Como filme de ciencia ficción, High Life maneja un presupuesto muy pequeño para los estándares del género..
Es verdad, la ciencia ficción se asocia a muchísimo dinero para asegurar el espectáculo. Pero cuanto más presupuesto, menos capacidad de sorpresa y más aburrimiento. Sin dinero hay más libertad. Por otro lado, ¿quién iba a financiar con 100 MDD una película sobre la cosecha de semen en el espacio?

En la película, viajas en dirección a un agujero negro sin posibilidad de escape. En tu trayectoria como actor, ¿tuviste miedo de quedar atrapado en el agujero negro del cine para adolescentes, al estilo de Crepúsculo?

Ese link entre el agujero negro y lo otro [Pattinson ríe, se queda pensando durante unos segundos y vuelve a reír]. Antes de rodar Crepúsculo sólo quería trabajar. Y no teníamos ni idea del éxito que iba a tener. Me hice famoso por accidente, y no he hecho nada para mantener esa fama, pero eso me dio libertad para elegir. Y cuando rodé Cosmopolis en 2012, me di cuenta de que podía seguir rodando con cineastas que eran maestros, mis héroes de juventud, como Cronenberg, Werner Herzog o Claire Denis. Directores sin miedo a explorar, a experimentar, que no se sienten atados a nada para hacer el cine que quieren hacer. Supongo que decidí una línea a seguir.

En High Life compartes protagonismo con un bebé. ¿Te gustan los niños?
Era la hija de unos amigos, así que fui su compañero de reparto y su nana al mismo tiempo. Lloraba a menudo y tenía que calmarla de mil maneras. Fue toda una experiencia. Y sí, los niños me gustan a veces, sobre todo cuando puedes devolverlos a sus padres (risas).

Esta es tu segunda película con Juliette Binoche, y vuelves a tener escenas eróticas con ella…
Es divertido, porque una de mis películas favoritas de adolescente era Les amants du Pont-Neuf, de Leos Carax, así que de pronto estar haciendo una escena de sexo con Juliette es como cumplir una vieja fantasía (risas).

High Life es parte de la programación del 9º Festival Internacional de Cine UNAM. Consulta las actividades aquí.

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Àlex Montoya