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Rocky: Ranking de todas las películas de la saga

27-11-2020, 12:00:44 PM Por:
Rocky: Ranking de todas las  películas de la saga

Rocky Balboa es el boxeador más popular en la historia del cine. Ha llegado el momento de enfrentar a sus películas para definir cuál es la mejor.

El concepto de franquicia cinematográfica suele relacionarse con flamantes blockbusters protagonizados por caballeros galácticos, jóvenes magos, agentes secretos y toda clase de superhéroes. Pero en medio de estos titanes, un noble boxeador se ha colocado entre los personajes favoritos del público con un recorrido superior a los cuarenta años y que incluye casi una decena de películas: se trata de Rocky Balboa.

Concebida y protagonizada por Sylvester Stallone, la historia del pugilista italoamericano ha sobresalido por su maleabilidad. Esto le ha permitido abordar preocupaciones del mundo real, soñar con el éxito hasta en las condiciones más adversas e incluso extender la historia con un campeón para la nueva generación.

Desde la multilaureada Rocky hasta la emocionante Creed, enfrentamos las distintas películas de Rocky en un espectacular ranking. ¿Cuál soportará hasta el último round?

Rocky V (Dir. John G. Avildsen, 1990)

Rocky V

Ha sido etiquetada de manera casi unánime como el punto más bajo de toda la franquicia. Un calificativo especialmente decepcionante si consideramos que fue concebida con fines realmente nobles: regresar la franquicia a sus orígenes para despedir al personaje titular. Lo primero implicó el retorno de John G. Avildsen, director de la película original, con una historia que dejaba atrás las excentricidades propias del éxito para retomar las bases intimistas que caracterizaron la historia en sus inicios. Lo segundo contempló el deceso del personaje titular para afianzar su estatus de leyenda. Pero las buenas intenciones se vinieron abajo por un guion endeble y sobresaturado, con un Paulie cuyas decisiones resultan en la pérdida del patrimonio familiar; un joven pugilista cuya arrogancia le impide coronarse como el gran sucesor del campeón y un semental italiano que batalla por decidirse entre el bienestar físico de retirarse para estar con la familia y el económico que implica arriesgarlo todo para recuperar parte de lo perdido.

Al final se decanta por una lucha urbana sin mayor sentido, salvo la defensa del orgullo con la que demuestra que nadie está a su nivel y que deja al héroe en un punto muerto en el aspecto narrativo: no hay enseñanzas ni sucesores, sólo una victoria banal en las peores condiciones. Una cinta de buenas intenciones, pero desastrosa en su ejecución e hipócrita en sus principios, lo que le ha condenado al desprecio generalizado y al olvido casi absoluto.

Creed 2 (Dir. Steven Caple Jr., 2018)

Rocky Creed II

La segunda aventura cinematográfica de Adonis Creed nació con ambiciones demasiado elevadas: emular la esencia de la fascinante Creed, recapturar las emociones de Rocky IV y plasmar la confusión propia de un joven pugilista tan ansioso por vengarse de la muerte de su padre y demostrar su propia valía que termina arriesgándolo todo en un combate de alto riesgo. Esto resulta en una película que repite muchos de los errores cometidos anteriormente por la franquicia: una trama empeñada en abarcar tanto que se queda corta en todos los frentes e invariablemente genera una sensación de vacío ante las audiencias; una historia que batalla por definirse entre los dilemas íntimos del personaje titular y el espectáculo deportivo; una victoria final tan cantada que minimiza los mensajes más básicos y las emociones más primarias. Cumple a secas, pero se queda muy lejos de la grandeza que caracterizó a su antecesora.

Rocky II (Dir. Sylvester Stallone, 1979)

Rocky II

No es, ni de cerca, una mala película. El problema con Rocky II es que traiciona los principales valores de la primera entrega en pos de la comercialización propia de las franquicias. Y es que, mientras la primera consiguió la desmitificación del sueño americano con una derrota deportiva pero una victoria moral, la secuela se decantó por una ruta más sencilla que daba al público lo que quería: la eterna idealización hollywoodense consumada en un final feliz. Más decepcionante aún es que la película inicia por todo lo alto, con un Semental Italiano que ganó a los ojos del público, lo que conduce a un nuevo enfrentamiento con Apollo Creed en el que se definirá al ganador absoluto. Una cinta centrada en las segundas oportunidades y en la que se abordan tanto la arrogancia como la inseguridad del ser humano, pero sus mensajes se difuminan con una trama que se torna genérica con los minutos. Esto desemboca en una victoria agridulce ante la artificialidad de la hazaña, con una coronación tan empeñada en cerrar el círculo que deja una sensación de vacío que nunca sucedió con la primera entrega. Esta decisión marcó un cambio absoluto en la saga, que nunca descifró cómo retomar el rumbo sino hasta la llegada de un nuevo campeón.

Rocky IV (Dir. Sylvester Stallone, 1985)

Rocky IV

La cuarta entrega de Rocky sería derrotada por knock out si fuera meticulosamente analizada y comparada con el resto de las películas. Tiene el argumento más básico de toda la franquicia, incontables estereotipos que enaltecen el sueño americano frente al decadente bloque soviético, un oponente francamente caricaturizado e incluso un robot con el que se intentó plasmar tanto la riqueza como el potencial tecnológico de los Estados Unidos. Todos estos errores son perdonables porque Rocky IV no aspira a nada más que el entretenimiento puro, algo que logra con creces gracias a su simple, pero espectacular traslación del conflicto político al ámbito deportivo. Las tensiones incrementan con la construcción de Ivan Drago, un auténtico hombre máquina moldeado para la victoria absoluta y empeñado en la aniquilación de sus adversarios norteamericanos. Mención aparte para su sofisticado entrenamiento, que contrasta con las técnicas rudimentarias con las que el Semental italiano regresa a su estado puro, lo que resulta en un combate memorable. No es la cinta de más calidad, pero vaya que es una de las más populares y aclamadas en toda la saga pugilista.

Rocky III (Dir. Sylvester Stallone, 1982)

Rocky III

La franquicia boxística siempre ha deambulado por los extremos: inició por el realismo para luego decantarse por la ensoñación absoluta del deporte. La transición comenzó con la secuela, pero dio el salto absoluto con Rocky III. La película se asentó sobre algunas bases endebles para garantizar la consolidación absoluta del protagonista, como la decisión de Apollo de entrenar a Balboa en vez de encarar al contrincante en cuestión o la presencia de un adversario tan brutal que deambula por los límites de la caricaturización. Decisiones debatibles, pero que garantizaron la evolución de la historia hasta nuestros días y que contribuyeron a dar colorido a la premisa sin caer en los excesos de Rocky IV. Su legado se vio favorecido por la inclusión del mítico tema ‘Eye of the Tiger’, así como por el desenlace más célebre de toda la saga tras el visto en el filme original.

Rocky Balboa (Dir. Sylvester Stallone, 2006)

Rocky Balboa

Nadie puede negar la popularidad del Semental italiano, pero tampoco que cada una de sus secuelas fue bajando de calidad hasta alcanzar el punto más bajo en Rocky V. Parecía el knock out definitivo para el viejo boxeador, hasta que Sylvester Stallone descifró una despedida verdaderamente digna para su eterno campeón con la película que mejor ha emulado las glorias de la original dentro de la saga central. La base de la trama es endeble, con una simulación computacional que motiva el regreso del veterano, pero el resto de la historia es sorprendentemente sólida gracias a la exploración psicológica de un personaje que no lucha por vanidad, sino para descargar su coraje contra una vida que le arrebató a su esposa y que le ha impedido conectar con su hijo.

No menos destacada es la atención a los pequeños detalles, como la negativa inicial de las autoridades deportivas que reflejan las limitantes sociales padecidas por los adultos mayores, el entrenamiento adaptado a la edad del héroe para garantizar el realismo sin desaprovechar los homenajes y ese desenlace con el que se cierra el círculo iniciado en 1976, con una caída deportiva pero una victoria emocional para el personaje titular. Aunque no tiene la popularidad de otras entregas, representó un estupendo cierre para la saga central y un nuevo acercamiento con las audiencias que resultó en la realización de Creed.

Creed (Dir. Ryan Coogler, 2015)

Rocky Creed

Apollo Creed siempre fue fundamental para la mitología Rocky, al grado que resulta imposible entender al campeón ascendente sin él. Su búsqueda de mayor popularidad resultó en la gran oportunidad del personaje titular, así como en una profunda amistad en cuanto terminó la rivalidad boxística. Esta construcción resultó clave para que la franquicia no culminara con Rocky Balboa, sino que se extendiera de una manera orgánica con Creed.

La cinta se centra en los inicios boxísticos de Adonis Johnson, pero lejos de imitar la fórmula vista en 1976, sigue la historia de un joven cuya posición de hijo ilegítimo resulta en una grave crisis de identidad que nunca puede sanar por la muerte de su padre a puños de Iván Drago. El personaje sólo encuentra el rumbo cuando contacta a Rocky, quien acepta entrenarlo ignorante de que terminará convirtiéndose en una figura paterna para el muchacho. Una fórmula distinta a la cinta original, pero que coincide en su aprovechamiento del deporte como una metáfora de superación. No con el sueño americano como objetivo final, sino como una segunda oportunidad que garantice la felicidad personal. Ryan Coogler y Michael B. Jordan realizaron una estupenda labor desde sus respectivos frentes, pero fue Sly quien se llevó las palmas con su encarnación de un Rocky Balboa en estado puro, lo que le valió una nominación al Oscar a Mejor actor de reparto. Es el sexto actor en toda la historia de la Academia en ser considerado por la interpretación de un mismo personaje en dos películas distintas.

Rocky (Dir. John G. Avildsen, 1976)

Rocky

Es común que las audiencias contemporáneas, tan acostumbradas a una franquicia boxística francamente comercial, se pregunten cómo fue posible que Rocky ganara el Oscar a Mejor película y diera una nominación a Mejor actor para Sylvester Stallone. Sin embargo, las razones se tornan evidentes cuando se le analiza como un título independiente que no apuntaba de lleno a la comercialización, sino al uso metafórico del deporte para una serie de importantes mensajes. El primero y más relevante de todos es la búsqueda del American Dream con un boxeador amateur que no aspira a nada, hasta que el destino le concede la oportunidad de enfrentar al campeón, convirtiéndose así en el símbolo de las multitudes que sueñan con llegar a lo más alto.

No menos trascendente es la humildad de Rocky, que ofrece una visión muy distinta del italoamericano construido por El padrino (1972) y que nunca se pierde a lo largo de la trama, sino que se manifiesta hasta el final con un héroe nervioso, pero dispuesto a darlo todo de sí para afrontar el reto. Y para terminar, ofrece una dura crítica a la mercantilización del deporte lograda con un profesional centrado en sus finanzas y un retador que recurre a métodos francamente primitivos para su entrenamiento, pero que hoy son icónicos entre las audiencias, como es el golpeo a la carne o el subir las escaleras que conducen a la Biblioteca Pública de Filadelfia. Aunque los debates en torno a su victoria del Óscar son comprensibles por derrotar a dos titanes como Todos los hombres del presidente y Network, su coronación también lo es, por su propia calidad, así como por su estreno en una unión americana sedienta de esperanza y que encontró en el Semental Italiano un símbolo de superación.

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autor Algún día me uniré a los X-Men, la Alianza Rebelde o la Guardia de la Noche. Orgulloso integrante de Cine PREMIERE desde el 2008.
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