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Cine

Rodin – Crítica

08-12-2017, 1:10:19 PM Por:
Rodin – Crítica

A 100 años de su muerte, Auguste Rodin toma la pantalla por primera vez en una biopic irregular, didáctica y fría.

Cine PREMIERE: 2.5
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Los aniversarios de número redondo, como los centenarios, son buena ocasión para los homenajes institucionales y la canonización pública de figuras que, en cualquier otro mes y año, resultarían controvertidas, bipolares y a veces antipáticas. Para ganar la santidad no hay que hacer nada más que esperar, cumplir cien años, y ya está. Ni siquiera una figura de cariño y admiración universal como Auguste Rodin escapa a este juicio de la posteridad. Conocida y reproducida hasta el absurdo, su obra escultórica parece haber ocupado todos los espacios disponibles de difusión, desde el Louvre hasta las cuentas de Instagram.

Extrañamente, el cine de ficción aún le debía una atención más cuidadosa a una de las grandes figuras del arte moderno: algún documental breve, un episodio para televisión por aquí, por allá, o algún papel secundario en películas de época (Camille Claudel), pero Rodin se resistió a la gran pantalla durante todo un siglo incluso si pensamos que para la fecha de su muerte, en 1917, el cine de ficción ya era una industria más o menos consolidada en su Francia natal. Frente a la avalancha de retratos de Van Gogh, por ejemplo, la filmografía dedicada al escultor seguía desconcertantemente vacía. El veterano Jacques Doillon tomó el encargo de dirigir el primer retrato biográfico del creador de «El pensador»; un proyecto que nació como documental, se desarrolló como una serie de viñetas o cortometrajes y terminó siendo un largometraje financiado parcialmente por el Museo Rodin como acompañamiento a la magna exposición dedicada al artista este año en París. Lamentablemente, Rodin (2017) se siente como una mescolanza express de esos tres proyectos: mitad informativos, mitad homenaje, barnizadas ambas partes con la estética y los modos de narrar de un documental televisivo de la BBC, espolvoreado con una pizca de erotismo.

Aunque desconocido es casi cualquier territorio que no sean Francia o la colonia Condesa, Jacques Doillon es un cineasta versátil, prolífico y cambiante cuya filmografía oscila entre los treinta y cuarenta títulos, si decidimos incluir los cortometrajes, documentales y episodios televisivos que ha dirigido, por su cuenta o por encargo. No es un hombre, pues, que le tema a los retos. Sin embargo, su Rodin –para la cual admite haber leído unos 25 libros sobre el tema justo antes de escribir el guion– padece una sobrecarga de información contextual que le da a la cinta la apariencia de una monografía temática, didáctica (hay apariciones fugaces de Victor Hugo, Monet, Rilke o Cezanne que no parecen tener otro objetivo más que hacer notar que el director leyó sobre ellos) y despojada de pasión o rebeldía. Una falta grave, si hablamos de un artista revolucionario que cimbró los cimientos de la escultura mediante una mezcla de erotismo simbólico y ataque a las convenciones del arte académico.

La cinta, presentada en competencia durante el pasado Festival de Cannes, se eleva por encima de todas sus fallas gracias a una actuación profunda, sensorial y expresiva de Vicent Lindon, quien parece haber entrado en el alma de Rodin con mejor suerte que el propio director y guionista. Lindon, quien en estas alturas de su carrera ya no tendría que demostrarle nada a nadie, entrega una interpretación bien mesurada, física, temperamental y con destellos honestos de ternura, sobre todo en su interacción con la joven Izia Higelin, quien tampoco sale mal parada en un papel –el de Camille Claudel– que ya ha sido consagrado por Isabelle Adjani y Juliette Binoche en interpretaciones imposibles de olvidar.

Rodin podrá ser elegante, digna, pulcra y agradable a la vista y al oído, y tendrá un interés amplio para curiosos y entusiastas del arte moderno. Pero es también una oportunidad desperdiciada. En el otro extremo, un documental pequeño y discreto producido en Chile este año, Robar a Rodin, plantea desde una perspectiva insólita algunas de las interrogantes artísticas que habríamos esperado encontrar en la biopic de Doillon. Para eso habrá que esperar al siguiente intento. Ojalá no tarde otros cien años.

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autor Periodista, cinéfilo y lector compulsivo, conductor en Mi cine tu cine (Once TV), locutor, jazzero y tragón. Miembro de la Semaine de la Critique de Cannes en 2014 y del Berlinale Talents Press. Estando antes en París, pasaba más tiempo dentro del cine que afuera, así que volví a la Ciudad de México en donde el cine es más barato y, digan lo que digan, se come mejor.
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