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Cine

Secretos de estado – Crítica

13-12-2019, 3:38:16 PM Por:
Secretos de estado – Crítica

Cae en algunos lugares comunes en el uso de la música o en términos estructurales.

Cine PREMIERE: 3.5
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Una de las facultades del arte cinematográfico es su permisibilidad para analizar eventos históricos para su entendimiento y análisis. Las consecuencias del ataque a las Torres Gemelas en 2001 siguen siendo masticadas a través de diversos flancos, géneros e historias fílmicas con sustento verídico en un afán de asentar las reacciones políticas y cuestionar las dimensiones éticas de la toma de decisiones de quienes en su momento sustentaron alguna fracción de poder. Secretos de Estado (Official Secrets) se sumerge por completo en esta intencionalidad.

Se suma, entonces, a filmes como Snowden o Reporte clasificado sólo por puntualizar algunos ejemplos. Cada una, a su manera, muestra a una persona ajena a los puestos principales de gobierno, pero a su servicio –en los tres casos en algún departamento de inteligencia– que se encuentra con información clasificada de relevancia internacional. Se hallan en poder de secretos estatales y deciden revelarlos, a veces con la asistencia de medios de comunicación, como ocurrió con Edward Snowden y Katharine Gun, la protagonista de esta historia.

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Keira Knightley da vida a una mujer que supo diferencias los matices éticos del espionaje, pues se consideraba una persona al servicio del pueblo británico, no de la autoridad.

 Keira Knightley (una maestra en su oficio artístico) interpreta a Gun, joven traductora de 28 años, quien en 2003 trabajaba para la agencia de inteligencia de Reino Unido. Su labor consistía en espiar conversaciones internacionales en mandarín y japonés para detectar alguna amenaza terrorista o reportar sobre temas que le fueran asignados específicamente. Un viernes de febrero, sin embargo, recibió un correo electrónico del que no hubo vuelta atrás. En él un hombre llamado Frank Koza pedía a GCHQ que investigaran a las delegaciones de Angola, Camerún, Chile, México, Guinea y Pakistán, que por aquel entonces eran miembros no permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (ONU).

La intención era coaccionarlos para obtener sus votos a favor de la Guerra de Irak patrocinada por el presidente estadounidense George W. Bush y el primer ministro británico Tony Blair, bajo la falacia de que Sadam Hussein poseía armas de destrucción masiva.

Ante las cuestionables tácticas estadounidenses y los altos costos humanos que una guerra implicaría, Katharine Gun filtró la información a The Observer, medio que la dio a conocer a nivel mundial. Secretos de Estado sigue los costos personales que la decisión de Katharine infligió sobre su vida privada y el juicio al que fue sometida por violar la Ley de Secretos Oficiales.

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Matthew Goode (en la imagen), Matt Smith y Rhys Ifans interpretan a periodistas de The Observer que ayudan a revelar y confirmar la información proporcionada por Katharine Gun.

En el rol protagónico, Knightley ofrece un actuación equilibrada entre la desesperación, el miedo, la indignación social y la inteligencia. Se conduce con aplomo y fragilidad, con un rostro de amplios colores dramáticos. Nuevamente demuestra que no es una actriz que se repita a sí misma. En igual tenor se encuentran otros miembros del elenco como Matt Smith, Ralph Fiennes, Rhys Ifans y particularmente el poco conocido Adam Bakri, en el rol del esposo de Gun, Yasar.

Secretos de Estado, de Gavin Hood, se ampara en una estructura intercalada por imágenes de archivo, pietajes reales de las declaraciones de Bush, Blair o Colin Powell, en ese entonces Secretario de Estado estadounidense, lo cual causa estallidos de cólera tras observar el cinismo de sus mentiras. La cinta, no obstante, cae en algunos lugares comunes en el uso de la música o en términos estructurales, por el hecho de iniciar por el final, cuando Katharine está a punto de escuchar el veredicto de su juicio. Pese a las pequeñas nimiedades, el bien escrito guion ratifica una vez más cómo los Secretos de Estado muchas veces se pagan con sangre, como ocurrió a principios de este siglo en Irak.

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autor No soy la Madre de los Dragones, pero sí de @Enlabutaca; desde ahí y en Cine PREMIERE estoy en contacto con las buenas historias. Melómana, seriéfila, cinéfila, profesora universitaria, y amante de las bellas artes. Algún día escribiré una novela de ciencia ficción. ¡Unagui!
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