Siempre te esperaré – Crítica
A pesar de contar con un elenco destacable, la película no se escapa de un inevitable naufragio.
Aunque a primera vista Siempre te esperaré pareciera contar con suficientes elementos para sobresalir –incluido el aplaudido libro original, Submergence, escrito por el corresponsal de guerra J.M. Ledgard–, el filme se pierde en una mezcla de situaciones que nunca logran conectar del todo con el espectador. Esta confusión resulta en una cinta que nunca se decide si quiere ser una historia de amor entre James McAvoy y Alicia Vikander, una aventura de supervivencia o un película de suspenso. En resumidas cuentas, el director no logró jerarquizar adecuadamente la cantidad de opciones que el material fuente le otorgaba.
La película relata la historia de amor entre una biomatemática con deseos de explorar lo más profundo del océano (Vikander) y un agente secreto en una misión relacionada con Al Qaeda (McAvoy). Luego de un encuentro romántico en Normandía, ella parte en una riesgosa misión acuática, mientras que él viaja a Somalia, donde es encarcelado mientras investiga al régimen yihadista. A la distancia, y ambos envueltos en sus propias crisis, los dos amantes harán lo imposible por sobrevivir.
Sin embargo, el amor que supuestamente mantiene a los dos de pie, se pierde rápidamente entre un exceso de escenarios y la falta de una verdadera conexión romántica entre los dos. Si lo que la cinta quería era hacernos sentir ese inescapable lazo afectivo entre los dos, quizá debió invertir un poco más de tiempo en la construcción de esa relación, pues con un único encuentro en un hotel, es difícil aceptar que alguno quedó tan prendado del otro. Eso, aunado a la poca información que saben el uno del otro, hacen difícil meternos de lleno en su historia.
Esta débil profundización en los personajes se extiende también a sus acciones, y es que el tiempo que se le dedica a la investigación de ella y a las peripecias de McAvoy en la cárcel es demasiado reducido. Sin lugar a dudas, cualquiera de estas dos narrativas hubiera resultado mucho más interesante que una historia que se empeña demasiado en querer ser una historia de amor. El resultado: una una historia poco creíble y hasta forzada.
Más allá de las fallas en la construcción narrativa del filme, el guion también se engolosina con los términos técnicos y vuelven lo que pudo ser una interesante exploración de la ciencia biomarina, en una aburrida lección de palabras científicas.
Aún así, el elemento que sí vale la pena resaltar del filme de Wim Wenders es el trabajo del cinefotógrafo Benoît Debie (Spring Breakers), quien logra traducir los temas generales del filme (cuyo título en inglés, Submergence, hace mayor referencia a la idea de sumergirse en algo por completo, así sea el trabajo, una investigación o una amorío) en imágenes que efectivamente transmiten ese mismo sentimiento de sumersión. Desafortunadamente esta labor no se repite en la narrativa.
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