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Cine

Sin amor (Loveless) – Crítica

13-04-2018, 10:03:08 AM Por:
Sin amor (Loveless) – Crítica

Andrey Zvyagintsev es un experto creador de un cine íntimo, controversial, con personajes en busca de respuestas existenciales y de espiritualidad decadente.

Cine PREMIERE: 4.5
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Vivimos en un mundo colmado de estigmas en torno a la maternidad y la paternidad, pero principalmente hacia la primera. Sin afán de generalizar, existe la preconcepción de que la mujer debe cargar con el peso de los hijos, mientras que es más común que los padres sean figuras satelitales o ausentes. Obviamente no aplica en todos los casos, pues también existen muchas familias monoparentales masculinas y de madres ahuyentadas por la responsabilidad matriarcal.

El cine ha explorado todas estas aristas; recientemente, por ejemplo, a través de los periplos de una joven e irresponsable madre se dio cauce a El proyecto Florida. También se ha adentrado en el fenómeno de la orfandad, pero usualmente desde el punto de vista de los abandonados (Beckas, Milagro en Milán, Quisiera ser millonario). Sin embargo, ¿qué pasa cuando una pareja a punto de divorciarse discute porque ninguno de los dos padres quiere responsabilizarse de su hijo, pues cada uno está concentrado en su nueva relación?

Obtenemos algo como Sin amor (Loveless), la nueva película del galardonado director ruso Andrey Zvyagintsev (Leviatán) –la cual obtuvo el Premio del Jurado en el Festival de Cannes en 2017–, cuyo trabajo ha sido equiparado al de Andréi Tarkovski, pues ambos son creadores de un cine íntimo, controversial, con personajes en busca de respuestas existenciales y de espiritualidad decadente. Esta cinta cumple con todo ello.

Zhenya (Maryana Spivak) y Boris (Aleksey Rozin) están a punto de divorciarse. Sus peleas son constantes, hirientes; se recriminan todo cuanto pueden y, a diferencia de otras parejas, sus problemas no se reducen a la situación económica, sino al desamor y animadversión que siente uno hacia el otro. Sus palabras retumban en los oídos del pequeño Alyosha (Matvey Novikov), quien también tiene una delicada relación con su madre, lejana al arquetipo de la figura amorosa, y está consciente de que ninguno desea hacerse cargo de él tras la separación. En un acto desesperado, el niño huye. Su ausencia provoca que los padres trabajan de la mano con la policía y una asociación civil para tratar de encontrarlo.

Andrey Zvyagintsev, quien escribió el guion junto con Oleg Negin, hace de éste un filme inclemente, implacable, severo e incómodo para plantear las consecuencias de una paternidad antinatural. Gira en torno a dos personas que, tal vez, no debieron convertirse en padres y las consecuencias morales y emocionales de criar a un niño sin amor. Esta idea que da título a la película lo permea todo de principio a fin, con sus silencios crea una magna tensión y un suspenso envolvente; mientras que el gélido clima ruso sirve como un antagonista natural al acentuar los peligros alrededor de un niño desamparado ante la bajísima y extrema temperatura.

Con escenas brutales, sin conmiseración, el director guía su tragedia –nominada al Oscar como Mejor película extranjera– al punto de enfatizar la futilidad de luchar contra la naturaleza individualista y egocéntrica imperante en la actualidad, la cual llega al punto de avasallar espíritus inocentes que sólo anhelan un poquito de paciencia y comprensión.

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autor No soy la Madre de los Dragones, pero sí de @Enlabutaca; desde ahí y en Cine PREMIERE estoy en contacto con las buenas historias. Melómana, seriéfila, cinéfila, profesora universitaria, y amante de las bellas artes. Algún día escribiré una novela de ciencia ficción. ¡Unagui!
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