Snake Eyes – Crítica de la película

La franquicia de G.I. Joe es un caso curioso dentro de las propiedades intelectuales que tiene Hasbro. Comenzó en 1941 como un cómic titulado «Private Breger», el cual, tras la película de 1945 The Story of G.I. Joe de William A. Wellman, adoptó el nombre de G.I. Joe. Así ha permanecido, pero no fue sino hasta 1982 que introdujeron a contraparte: Cobra.

El título ha sido muy popular entre el público estadounidense y en especial muchos niños que crecieron durante los 80 y 90 viendo también la caricatura. Sin embargo, tampoco se puede decir que es un título extremadamente popular alrededor del mundo, como si se tratase de un Spider-Man o Los 4 Fantásticos -y de Batman y Superman ni hablamos porque son de otra liga-.

Ahora en 2021 llega la tercera película enfocada en la franquicia de G.I. Joe, pero por primera vez centrada en un solo personaje: Snake Eyes. Entre los fans de los Joes, él es uno de los elementos más populares del equipo. 

Para la película Snake Eyes, el productor Lorenzo DiBonaventura se encargó de comenzar de cero la franquicia. Es decir que dejaron a un lado las dos cintas anteriores G.I. Joe El origen de Cobra de 2009 y G.I. Joe El Contraataque de 2013. Ambas películas apelaban a un público infantil -como el que veía las caricaturas en los 80- pero el desarrollo de personajes quedaba relegado a un segundo plano donde sólo las secuencias resultaron ser medianamente memorables.

A través de un flashback en los primeros minutos, vemos la infancia del personaje de Snake Eyes para posteriormente ubicarnos en el presente, donde ha buscado sobrevivir en un escenario hostil tras los trágicos eventos vistos en el flashback. La fórmula no varía mucho en esta parte en comparación con películas o tramas que siguen este mismo patrón: nuestro héroe le salva la vida a una persona y ésta en retribución le ofrece una vida mejor, para ello lo lleva a su lugar natal, en este caso Tokio, Japón. 

Es en este punto donde la película toma un ligero cambio de la historia del ‘pez fuera del agua’ y el ‘entrenamiento del héroe’ y es aquí donde ofrece algo más allá de lo que pudo ser el cliché y una ejecución sin imaginación. Asimismo la producción aprovecha los escenarios que ofrece Japón no sólo en las calles de barrios como Shinjuku o Shibuya, sino templos históricos de la talla de Himeji y Kishiwada.

A pesar de ser la industria fílmica por excelencia, Hollywood pocas veces ha llevado sus producciones a Japón. Es más común ver películas ambientadas en Europa o América que en el continente asiático. Y mientras una película puede medianamente ubicar su acción en alguna zona de China, Hong Kong, Singapur o Rusia, Japón es, literalmente otro mundo, ya que como audiencia estamos más acostumbrados a consumir productos de la cultura pop japonesa, desde anime, videojuegos o cintas clásicas de Kurosawa o el cine de kaijus.

Este detalle aunado con la presencia de un reparto mayormente asiático, le otorga a la película un toque especial que no veíamos en producciones hollywoodenses desde Wolverine: El Inmortal de James Mangold en 2013. Sin embargo, y como sucedió con la película de Hugh Jackman, toda esta magia se disuelve a ratos gracias a que todo el reparto habla inglés… incluso cuando están entre puro japonés. 

Henry Golding sin lugar a dudas tiene una química con la cámara desde que lo vimos en Locamente millonarios, mientras que el resto del cast no desentona en ningún momento. Claro, fuera de que hablan en su mayoría inglés estando en Japón -y sabiendo cómo son los japoneses que mientras más puedan hablar en su idioma, mejor-. Y naturalmente no sería una película de G.I. Joe sin las secuencias de acción y peleas, que en esta ocasión combinan lo que sería una película de samurais a punto de atacar un templo con uno que otro miembro del ejército apuntando sus armas automáticas. 

Snake Eyes es sin duda la mejor película de G.I. Joe que se haya hecho a la fecha. Ofrece los elementos necesarios para mantenernos entretenidos durante las dos horas que dura su proyección y aunque por momentos se toma libertades en el guion –especialmente en decisiones que toman sus personajes de un segundo a otro o cambios de bando de una escena a otra–, al final es lo más cercano a una adaptación que se toma en serio el llevar a la pantalla un personaje que comenzó como una línea de juguetes, cómics y una caricatura ochentera.

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Sergio López Aguirre Stanley Kubrick alguna vez dijo "Para tener una visión más amplia, no sólo vean cine bueno, también el malo" obvio le hice caso en lo segundo y es muy divertido.