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Cine

Socias en guerra – Crítica

31-01-2020, 4:32:07 PM Por:
Socias en guerra – Crítica

El resultado final no es contundente debido a un final inverosímil e incongruente sintomático de una película que avanza en picada.

Cine PREMIERE: 2
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Historia de empoderamiento femenino y amistad, Socias en guerra tiene parecidos muy próximos a películas como Jefa por accidente o Sexy por accidente, ambas relatos edificantes sustentados en la comedia y con personajes femeninos que alcanzan el éxito a pesar de ser de alguna forma marginadas, una por su raza y otra por su aspecto. Aunque por lo menos Socias en guerra ha dejado la palabra “accidente” fuera de su título en español (en inglés ninguna de las otras dos lo tenía), no puede sacudirse de los recursos más manidos para hacer una película sobre la amistad entre dos mujeres dueñas de una pequeña marca que quieren sobrevivir en el voraz mundo de la industria cosmética conservando su independencia y manteniendo su esencia de querer resaltar las cualidades de cada mujer en vez de ocultar sus defectos, como insisten los demás.

Al ser dirigida por el puertorriqueño Miguel Arteta (Chuck & Buck, 2000; Una buena chica, 2002; Una cena incómoda, 2017, y muchas series y filmes en medio), un tipo que inició su carrera con notables producciones independientes de comedia, es lógico que Socias en guerra ahonde precisamente en esa cuestión de conservar la esencia de lo que uno es, aunque el resultado no sea contundente debido especialmente a un final inverosímil e incongruente sintomático de una película que avanza en picada.

Protagonizada por Rose Byrne y Tiffany Haddish, la película se apoya mayoritariamente en la vena cómica de ambas, con resultados eficaces en la primera parte (el baby shower, por ejemplo), donde pondera la comedia de situación, y cada vez más blandengues conforme avanza la trama y hay un énfasis mayor en la comedia física (la escena de la cena con las amigas).

Sin una propuesta estética evidente, parece que Jas Shelton fotografió la película en estado catatónico, contagiado probablemente por un guion de Sam Pitman y Adam Cole-Kelly hecho con apresuramientos para resolver el conflicto que ha llevado al rompimiento de dos amigas del alma.

Mia (Haddish) y Mel (Byrne) se conocen desde la primaria y han conservado su amistad al punto de que la familia de Mia acogió a Mel y, ya graduadas, viven juntas y tienen su marca propia de cosméticos, M&M. Mel es la que lleva la parte administrativa del negocio mientras Mia, la creativa. Mel trata de llevar en orden las cosas, pero es incapaz de contener a Mia y de decirle que la deuda de su empresa asciende a casi medio millón de dólares. Así que cuando Claire Luna (Salma Hayek), una magnate de la industria, las invita a formar parte de su emporio absorbiendo la deuda y dándoles un extra, Mel ve una oportunidad ineludible a pesar de que Claire quiera a cambio el 51% de las acciones. Y aunque Mia rechaza la propuesta, acaba aceptando más por la amistad que por convencimiento. Claire cede y se baja al 49%, salvo que una de las socias renuncie.

Como es de esperarse, la caricaturesca villana Claire (interpretada con solvencia telenovelesca por la mexicana Hayek) pondrá todo de su parte para romper la amistad en aras de apoderarse de M&M. Mel caerá ingenuamente en el juego y pronto las amigas acabarán en un duelo confrontativo al que no le va bien la comedia física ni los diálogos chistosos que van disolviendo su comicidad conforme transcurre la historia.

En Socias en guerra más que personajes secundarios los hay de soporte. Billy Porter interpreta al artesano cosmetólogo Haughty Barrett, mientras Jennifer Coolidge a la maquillista Sydney y Ari Graynor al asistente lamebotas. Y están las amigas viperinas de las protagonistas y un par de cosmetólogos excesivamente machistas al que por ese afán feminista de la historia no deberían haber incluido ni siquiera como mal chiste.

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autor Nadie quiere acompañarlo al cine porque come palomitas hasta por los oídos e incluso remoja los dedos en el extraqueso de los nachos. Le emocionan las películas de Stallone y no puede guardar silencio en la sala a oscuras. Si alguien le dice algo, él simplemente replica: "stupid white man".
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