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Spencer – Crítica de la película con Kristen Stewart

13-01-2022, 6:01:47 PM Por:
Spencer – Crítica de la película con Kristen Stewart

Kristen Stewart logra transmutarse y brilla por si sola para ofrecernos una interpretación tan natural como poderosamente melancólica.

Cine PREMIERE: 4.5
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El director chileno Pablo Larraín ya había establecido un interés alrededor de mujeres históricas marcadas por la tragedia con Jackie (2016). Ahora vuelve a la silla directiva y a los biopics con la película Spencer, un onírico, pero trágico relato sobre uno de los momentos cumbre en la vida de Diana Frances Spencer, princesa de Gales. Kristen Stewart logra transmutarse y brilla por sí sola para ofrecernos una interpretación tan natural como poderosamente melancólica.

Desde Jackie, y ahora con Spencer, Pablo Larraín repite el patrón narrativo de situar la trama en un periodo mínimo y determinado que sirve como un perfecto eslabón para que como público podamos conocer, casi a la perfección, cada detalle en la construcción psicológica del personaje femenino principal. Por eso Spencer, escrita por Steven Knight (Peaky Blinders), no es un biopic tradicional.

La película se sitúa durante un fin de semana tenso y decisivo para Diana a principios de los años 90. Para ser precisos, durante tres días en una de sus últimas vacaciones navideñas en la Casa de Windsor. Ésta está situada en su finca de Sandringham en Norfolk, Inglaterra. Ahí somos testigos del inminente fracaso marital entre ella y Carlos de Gales y el deseo de ella por renunciar a la familia real. Esto en medio de “divertimentos”, cazas, banquetes, pero también de severos trastornos psicológicos y alimenticios.

El filme nos anticipa que lo que estamos a punto de ver es: “Una fábula a partir de una tragedia real”. En otras palabras, una imaginación de lo que pudo haber sucedido en aquel periodo. Así, Larraín y el guionista Steven Knight abortan toda intención de contar la vida y obra de principio a fin de la princesa Diana. En cambio, optan por reinterpretar un paisaje de su vida para convertirlo en un retrato íntimo y humano. Este sirve para desmitificar al personaje. Ella se convierte en alguien irreverente hacia las costumbres de la realeza y con un ímpetu firme de reivindicar su lugar en el mundo.

Quizá para los más escépticos siga siendo difícil apartar a la actriz estadounidense de su papel más popular: Bella Swan, de Crepúsculo, u otros personajes que forman parte de su carrera. Pero la realidad es que con Spencer, Kristen Stewart logra “redimirse” ante los ojos de cierto público dubitativo respecto a sus dotes histriónicos. Incluso si se habían quedado con un sabor agridulce respecto a su interpretación protagónica en Seberg, de Benedict Andrews, Spencer es superior gracias al trabajo colaborativo entre Larraín, Knight y Stewart para desentrañar el sufrimiento del personaje de una manera excepcional.

Kristen Stewart como Lady Di en Spencer
Kristen Stewart en la película Spencer.

Spencer puede que esté lejos de ser una película emocionante o extremadamente dramática, cual montaña rusa. Más bien es una cinta de atmósferas que apela a las emociones más profundas del espectador. Todo aquello gracias al compromiso histriónico de Kristen Stewart de estudiar con lupa el lenguaje corporal y el acento británico de la princesa Diana. Estamos frente a una mujer rota, embriagada por una tristeza desmedida, atrapada entre los círculos más frívolos y privados de la familia real británica  y asfixiada por la mirada incesante de la prensa mundial. Es como si Lady Di hubiera vuelto a nacer en Kristen Stewart, quien presume de un magnetismo desbordante.

Aunque todo el peso dramático y narrativo gira alrededor de Kristen Stewart, la actriz también interactúa en menor y mayor medida con otros personajes, cuya presencia se siente meramente espectral. Pero, tal vez, su interacción más entrañable y conmovedora es la que resulta entre ella y los pequeños William y Harry, interpretados por Jack Nielen y Freddie Spry, respectivamente. La relación entre Diana y sus dos pequeños hijos se convierte en uno de sus refugios para calmar la profunda agonía de su interior.

También hay que valorar el trabajo actoral de Sally Hawkins (Maggie) y Timothy Spall (Alistair Gregory). Ellos juegan un papel importante en el equilibrio y desequilibrio mental de nuestra protagonista. Por un lado, la presencia agobiante y amenazante de Spall acecha constantemente a Lady Di a cada paso. Mientras que Hawkins hace de Maggie, el único lugar sereno y luminoso para apaciguar la tormenta interior de Diana.

Sally Hawkins y Kristen Stewart en la película Spencer

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Si en la crítica de El poder del perro hablábamos del trabajo magistral de Jonny Greenwood, en Spencer no es la excepción. El músico y compositor inglés sabe armonizar las notas musicales que compaginan con la frustración y desesperación de la princesa Diana, producto del rechazo hacia la idiosincrasia de la realeza. Del mismo modo, la fotografía de Claire Mathon (Retrato de una mujer en llamas) es una parte sustancial del filme, cuyos matices fantasmagóricos, colores fríos y pálidos nos recuerdan que lo que estamos viendo es un oscuro cuento de hadas que se convierte en una pesadilla. El director chileno se vale de ciertas metáforas visuales como la de “la jaula de oro” y analogías con otro personaje femenino histórico (Ana Bolena) para remarcar el derrumbe físico y emocional de la princesa Diana. Ella grita al vacío su insaciable deseo de encontrar su libertad.

A nivel de producción, Spencer en un filme sobrio, pero elegante. Sobresale no sólo el departamento de música y fotografía, sino los de vestuario, maquillaje y diseño de producción. Mucho que aplaudir y nada que menospreciar en ese sentido.

Es probable que la película no sea del gusto de todos, sobre todo si esperan un estilo narrativo ampliamente desarrollado como en The Crown. En cambio, Spencer condensa de manera atípica y fresca un pequeño, pero imprescindible fragmento de la vida de Lady Di. Un fragmento cerca de convertirse en un thriller psicológico, pero cautivador y nostálgico por igual.

Película de Pablo Larraín sobre la princesa Diana

Spencer es de aquellos ejercicios cinematográficos que no únicamente disfrutas a nivel técnico o narrativo, sino que te abraza por su hechura emocional para  crear un vínculo con el personaje central. Una película que nos transporta a una distópica realidad. Nos hace vivir lo que Diana Frances Spencer tuvo que soportar. Un «cuento de hadas” enmarcado por la claustrofobia, la angustia, la ansiedad, el horror y la tensión.

Una princesa que, al final, en la realidad y la ficción, sabía que “Y vivieron felices para siempre” era sólo una ilusión.

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autor Me encanta ver, hablar, escribir y soñar sobre cine. Mi serie favorita se llama 'La dimensión desconocida'. Siempre estoy cantando. Todo el día pienso en comida. Y no me quito mis gafas de sol ni para dormir.
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