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Cine

Ted Bundy: Durmiendo con el asesino – Crítica

26-07-2019, 1:56:46 PM Por:
Ted Bundy: Durmiendo con el asesino – Crítica

Una película que no se enfoca en los crímenes de Ted Bundy, sino en la perspectiva de su pareja y de todos aquellos que no se dieron cuenta que convivían con un asesino.

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Hay una sensación de vacío cuando se termina Ted Bundy: durmiendo con el asesino, un título más acertado que el original en inglés que podría traducirse como “extremadamente cruel, escandalosamente malvado y vil”, que es a todas luces engañoso mientras que el otro, como suele ocurrir, alude de qué va la historia.

Precisamente es sobre Ted Bundy, un conocido asesino serial que mantuvo asoladas a las mujeres estadounidenses en los años setenta. Pero no se trata de una recapitulación ni recreación de sus sádicos crímenes y ni siquiera de una biopic que explore las motivaciones de una vida de tormentos o su enfermiza megalomanía.

El cineasta Joe Berlinger y el guionista Michael Werwie optaron por darle un giro diferente al ver al personaje de Bundy desde la perspectiva de Liz, su pareja, de muchos años, y de todos aquellos que no se dieron cuenta que convivían con un violento asesino en una probable búsqueda de mostrar el carisma y talento de Bundy para ocultar su naturaleza. Sin embargo, aquí es donde la cinta se regodea en su vacuidad, pues las atrocidades cometidas por Bundy son casi de dominio público y optar por esta narrativa no fue la selección más afortunada.

Liz es interpretada por una Lily Collins en una lucha permanente con un personaje vacío, acartonado, al que apenas le distinguen un par de características con las cuales es imposible ayudar a sostener el relato. Si bien el peso de la película no debería caer en ella, sí por lo menos debería ayudar a reforzarlo, una labor complicada sin las herramientas adecuadas. Y es que Berlinger, quien echa mano de saltos temporales confusos en lo que parece un esfuerzo por corregir la plana en la sala de montaje con una narrativa fragmentada, parece empeñado en dos cosas: dejar todo el contexto de lado para que pueda ser visto en los documentales sobre Ted Bundy que hizo para Netflix, y dejarle los reflectores a Zac Efron, quien interpreta al asesino.

El esfuerzo de esta exestrella Disney es notable. Protagonista de una trilogía de musicales sobre chicos preparatorianos y luego participante de comedias escatológicas hasta que volvió a mostrar sus dotes para la cantada en El Gran showman, Efron tiene el papel con el cual puede demostrar su talento. Y despierta la curiosidad verlo.

Efron no tuvo que hacer una transformación física importante ni excavar en las profundidades de su psique. Le bastó con aprovechar el carisma que ya tiene y que ha aprovechado, de otra forma, en los diversos proyectos en los que ha participado. Su Bundy es carismático, convincente. Al verlo, es entendible por qué Liz no quiso darse cuenta de sus atrocidades. Pero Ted Bundy, durmiendo con el asesino gira alrededor de él. Y su carisma no alcanza para hacer de este filme de Berlinger, documentalista cuya película de ficción anterior fue la desastrosa secuela de El proyecto de la bruja de Blair, un filme menos vacuo. El personaje no tiene subtextos ni detalles ni elementos que pudieran haberle ayudado a consolidarse al fin como actor. Al menos, hay pujanza.

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autor Nadie quiere acompañarlo al cine porque come palomitas hasta por los oídos e incluso remoja los dedos en el extraqueso de los nachos. Le emocionan las películas de Stallone y no puede guardar silencio en la sala a oscuras. Si alguien le dice algo, él simplemente replica: "stupid white man".
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