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Columnas

The Spirit (2008)

26-01-2009, 6:53:58 PM Por:
The Spirit (2008)

Al igual que en  Sin City (Miller-Rodriguez-Tarantino, 05), El Espíritu (The Spirit, EUA, 2008), segundo filme de Frank Miller aunque primero en solitario, se traslada de manera obsesa las tintas, las texturas y los trazos de un cómic a la pantalla grande, haciendo efectiva la premisa de que una película cinemática está compuesta de cuadros en […]

Al igual que en  Sin City (Miller-Rodriguez-Tarantino, 05), El Espíritu (The Spirit, EUA, 2008), segundo filme de Frank Miller aunque primero en solitario, se traslada de manera obsesa las tintas, las texturas y los trazos de un cómic a la pantalla grande, haciendo efectiva la premisa de que una película cinemática está compuesta de cuadros en movimiento. Ajeno es pues, a las versiones sanitizadas de otras historietas, tipo el tríptico Spider Man de Sam Raimi, más cercano a un convencional, estereotípico y aburrido filme de acción hollywoodense que a la riqueza del cómic en sí.

 

The Spirit se regodea maniáticamente en esas texturas y esos trazos, para inventarse su universo delirante no al nivel de Sin City, pero sí bastante envolvente y meritorio y finalmente siempre erotómano (la fotocopia que obtiene Eva Mendes es un gran ejemplo). Es la odisea,  a la vez simple y absurda, del héroe de una ciudad pinche cualquiera (de Sin City a Trash City), el titular Espíritu (Gabriel Macht exudando carisma y cual hermano gemelo de Robert Downey, jr hasta en los manierismos cómicos) en contra de Octopus (Samuel L. Jackson) para impedir que éste tome la sangre de Hércules (!) y se vuelva inmortal y domine al mundo (!!!).

 

Una estilización múltiple (casi al nivel de algo tan descabelladamente brillante como Otto el zombie de Bruce La Bruce aunque en lo opuesto de sus intenciones realistas) permite a la cámara lograr tomas imposibles, ver saltar a los personajes por los aires haciendo todo tipo de acrobacias también imposibles, delirar con escenografías meta teatrales en colores como rojo vivo, hasta convertir la película en un juguetón objeto fílmico, por igual seductor e irritante, en donde descaradamente el Espíritu le habla a los espectadores sobre sus múltiples conquistas, cada una de ellas objeto de su amor más sincero, mientras todo el filme explota con un sentido del humor inocente tirándole a babas, mucho menos hígado que el de Robert Rodríguez en aquel film noir del futuro, para seguir expandiendo su estética chafiexquisita.

 

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The Spirit 7

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