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Cine

Todo el dinero del mundo – Crítica

16-02-2018, 12:35:02 PM Por:
Todo el dinero del mundo – Crítica

Un thriller internacional narrado con buen pulso por el Ridley Scott más discreto y eficaz en años recientes. Emocionante parábola sobre las tinieblas del gran capital.

Cine PREMIERE: 3
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En una secuencia en flashback de Todo el dinero del mundo, el magnate J. Paul Getty (Christopher Plummer) recibe la visita de su nuera (Michelle Williams) y su nieto, Paul Getty III, por entonces de unos seis años de edad. Al final de una conversación breve y cálida, pero más bien protocolaria y dominada por la personalidad soberbia del millonario petrolero, éste le regala a su nieto una estatuilla egipcia que estaría valuada, según él, en millón y medio de dólares. No por afecto, sino para demostrar que puede hacer tal cosa: una década después, cuando el mismo nieto esté secuestrado en el sur de Italia, con su cabeza ofrecida a un precio de $70 millones, Getty se negará a pagar rescate alguno. No por falta de afecto, sino para demostrar que puede hacer tal cosa.

Ridley Scott, alguna vez un visionario de la industria anglosajona que fue carcomido, paso a paso, por una cadena de fracasos millonarios –de Hannibal (2001) a Cruzada (2005), de Leyenda (1985) a Éxodo: dioses y reyes (2014)–, podría sentir alguna afinidad secreta con el patriarca Getty, temido y venerado, irremediablemente solo en el palacio monumental construido como tributo a sí mismo, un laberinto de mármol y madera que incluye una caseta telefónica de prepago para que las visitas se costeen las llamadas que hagan dentro de la propiedad.

Como Getty, Ridley Scott emprende, desecha o interrumpe proyectos sencillamente porque puede. Dentro de una lista prolongada de precuelas que nadie esperaba, costosas reconstrucciones históricas, reediciones innecesarias en DVD o adaptaciones fallidas de libros más meritorios, su empeño por adaptar a toda costa el libro-reportaje de John Pearson es la decisión laboral más acertada que el británico ha tomado últimamente; además, por supuesto, de delegar la dirección de Blade Runner 2049 en mejores manos. Todo el dinero del mundo confirma que, iniciada su octava década de vida, el mejor Scott es el cronista sociopolítico de nervio periodístico y temple para el thriller, ese señor que ha firmado joyas discretas como Red de mentiras (2008) o Gángster americano (2007) y que, hace tanto tiempo ya, era el mismo que reinventaba y mezclaba los géneros populares americanos como el western (Thelma y Louise), el noir (Blade Runner) o el terror slasher (Alien: el octavo pasajeo) sin que nada pusiera frenos a su inventiva.

En la inesperada y dramática cadena de circunstancias que el movimiento #MeToo ha abierto al interior de la industria hollywoodense, la repentina inclusión de Christopher Plummer como corazón dramático de la cinta es una de las más sorpresivas. Contratado para sustituir al malogrado Kevin Spacey apenas un mes antes de la presentación a medios, cuando la producción ya había cerrado y la película estaba por salir de la sala de montaje, el nonagenario Plummer, vital sobreviviente del Hollywood clásico (su primera película es de 1958), eleva en varios puntos la valía de una cinta que, sin su presencia arrolladora, apenas habría rebasado el nivel de un thriller elegante y bien facturado. No es que Plummer haga lo que pueda con un personaje que ya tiene una película erigida a su alrededor: lejos de eso, lo inventa en silencio y logra que el resto de su entorno parezca responder a las miradas, gestos y sutiles entonaciones de voz y temperamento con las que evoca, más que al verdadero Getty, al Charles Foster Kane de Orson Welles.

Como cabeza creativa, hace tiempo que Scott y su equipo habitual abandonaron el empeño de reinventar la rueda o innovar en forma o estilo. Los suyos son moldes genéricos, casi prefabricados, ajustados a modelos como, aquí, el de una intriga sociopolítica ambientada en los 70. No es culpa suya: cuando emprendes una filmografía en donde las primeras tres escalas son obras maestras sin fisura (Los duelistas, Alien: el octavo pasajero, Blade Runner), inevitablemente éstas estarán seguidas por una larga cuesta abajo con arrebatos espaciados de genio, quizá uno por década. Es en el cuidado artesanal y en la estupenda dirección actoral en donde Scott descubre aquí su buen hacer y conocimiento añejo del oficio: en buena complicidad con Michelle Williams, Mark Whalberg (atención al inteligente desarrollo de su química en pantalla) y un equipo creativo entregado, Todo el dinero del mundo nos devuelve al mejor Scott que tenemos ahora, el que de una buena vez renuncie a hacer obras maestras y se dedique a algo más discreto pero meritorio: una historia contada con esmero y oficio, pulso y matices, como ésta. No es poca cosa.

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autor Periodista, cinéfilo y lector compulsivo, conductor en Mi cine tu cine (Once TV), locutor, jazzero y tragón. Miembro de la Semaine de la Critique de Cannes en 2014 y del Berlinale Talents Press. Estando antes en París, pasaba más tiempo dentro del cine que afuera, así que volví a la Ciudad de México en donde el cine es más barato y, digan lo que digan, se come mejor.
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