Humoristas negros por excelencia, los hermanos Ethan y Joel Coen nos han ofrecido lo que se antoja una infinidad de personajes memorables a lo largo de 13 largometrajes, desde Simplemente sangre (1984) hasta Quémese después de leerse (2008). No sólo son geniales sus protagonistas, sino también la amplia serie de personajes secundarios que, a manera de carnaval fellinesco, aparecen en sus películas.
Esta selección se hizo siguiendo un procedimiento muy fácil: atender, velozmente, a la memoria. No pensar mucho, pues, y evocar los personajes de las películas de los Coen que se quedaron marcados en las capas privilegiadas del recuerdo, aquéllas a las que es fácil acceder sin sufrir la típica sensación de «lo tengo en la punta de la lengua». Y, claro, hecha la lista, no mirar hacia atrás para evitar el arrepentimiento de haber excluido a tal o cual personaje. Estos 12 personajes (más adelante se entenderá por qué no son 10, aunque en realidad sí se trate de una decena actores) son mis personajes de los Coen de «dientes para afuera».
The Dude /Jeffrey Leboswki (Jeff Bridges) en Identidad peligrosa (1998)
A mi gusto, nadie, ningún personaje de los Coen supera al Dude, el otro Jeffrey Lebowski que sirve de piedra angular a una de las mejores comedias de enredos jamás filmada. Lo primero que vemos, luego de que una bola de paja cruza el desierto y llega a Los Ángeles, territorio último del cine, es a un pacheco y fachoso Jeff Bridges en un supermercado: llega a la zona de lácteos, abre un litro de leche y bebe, hasta que un nuevo bigote de líquido blanco cubre su propio y desaliñado vello facial. El resto es historia. The Dude abides... Así los hermanos Coen, así las cosas.
Charlie Meadows (John Goodman) en Barton Fink (1991)
Es muy, pero muy complicado elegir a un personaje de Barton Fink como el mejor. Está, claro, el protagonista, pero son quizá los personajes secundarios de la película los que terminan por sobresalir. Están el escritor devenido en guionista y su esposa (la real guionista), homenaje a William Faulkner y su mujer (John Mahoney y Judy Davis, los actores), está el botones Chet (Steve Buscemi, ausente en esta lista salvo dentro de este paréntesis)… Sin embargo, el que despunta, y lo hace ardiendo, es Charlie Meadows, el gigantesco «protector» de Barton, misterioso vendedor viajero con alma de bonzo y espíritu de asesino serial bonachón. Es, a mi gusto, el mejor papel que ha realizado John Goodman en su historia.
Bernie Bernbaum, Barton Fink y Jesus Quintana (todos ellos encarnados por John Tuturro) en De paseo a la muerte (1990), Barton Fink (1991) e Identidad peligrosa (1998)
Estos tres personajes –me es imposible quedarme con uno nada más– muestran las capacidades histriónicas de John Turturro, actor que, sin lugar a dudas, debe su nombre a los hermanos Coen. Desde un mafioso cazado por la propia mafia –la secuencia en la que asesinan a Bernie Bernbaum es sencillamente antológica: De paseo a la muerte es una de las mejores películas de gangsters de todos los tiempos– hasta un jugador de boliche en mallas púrpura, pasando por un escritor de teatro convertido en guionista de Hollywood –basta con la secuencia en la que Barton Fink celebra la conclusión del guión que escribe por encargo, encerrado en un cuarto de hotel–, Turturro es, sin más, grande.
La jefa de policía Marge Gunderson (Frances McDormand) en Fargo (1996)
Si hay un parteaguas en la carrera de los Coen, no puede ser otro sino Fargo –película estrenada el mismo año que Trainspotting, como dato curioso–: ¿quién puede encontrar un mejor telón de fondo que la nieve, blanquísima, para el humor negro… y la sangre? El grueso de sus personajes es notable, sobre todo William H. Macy como el asesino Jerome “Jerry” Lundegaard, pero los aplausos se los lleva Frances McDormand, la jefa de policía embarazada Marge Gunderson, cuyos acento canadiense y torpeza motriz representan uno de los momentos más altos del humor fílmico estadounidense.
Everett (George Clooney) en ¿Dónde estás hermano? (2000)
El trío de prófugos comandado por Everett es, al principio de ¿Dónde estás hermano?, un sólo personaje encadenado que busca subirse a un vagón de tren en movimiento. Lo primero que vemos es la sonrisa de George Clooney debajo de un bigotito y una cabellera perfectamente envaselinada, quien se presenta ante los demás polizones del tren. Su amable saludo es interrumpido cuando uno del trío cae y se lleva a Everett consigo, al suelo. Así da comienzo la Odisea homérica de los Coen, ubicada en el sur profundo de Estados Unidos, el segundo parteaguas de su carrera luego de Fargo. En el caso de Clooney, se trata de su consagración como un actor de grandes ligas.
Anton Chigurh (Javier Bardem) en Sin lugar para los débiles (2007)
Aunque el sheriff Ed Tom Bell, la bondad en sí, es uno de los mejores personajes a los que ha dado vida Tommy Lee Jones, la batalla la gana el mal absoluto –con su tanque de oxígeno y su manguera matavacas en mano–, a pesar de su peinado de larga bacinica: Javier Bardem es Anton Chigurh, tal y como lo describe Cormac McCarthy en la novela homónima que los Coen adaptaron a la pantalla (lo mismo no sucede, valga la redundancia, con el personaje del sheriff, mucho menos complejo que su versión de papel). Chigurh es, sin lugar a dudas, el momento más alto de Bardem como actor. Hasta ahora.
Donovan Donaly (Geoffrey Rush) en El amor cuesta caro (2003)
La primera secuencia de El amor cuesta caro es magistral: un hombre conduce hacia su casa. De las bocinas del coche mana “The Boxer”, famosa canción de Simon y Garfunkel. El hombre que maneja canta: “I am just a poor boy / Though my story’s seldom told” (Soy un chico pobre / Aunque mi historia casi nunca se cuenta). Descubrimos que se trata del millonario Donovan Donally, que, al llegar a su residencia en Beverly Hills, estaciona su lustroso Jaguar junto a la camioneta del limpiador de albercas. Apaga el coche, se interrumpe la canción y prosigue, en ese irónico tono, la comedia, con la humorística actuación de Geoffrey Rush como aperitivo.
Birdy Abundas (Scarlett Johansson) en El hombre que nunca estuvo (2001)
¿Cómo no elegir a Scarlett, la nínfula nabokoviana que seduce al genial Billy Bob Thornton en su encarnación del gris Ed Crane, sobre la performancista Maude Lebowski, a la que insufla de vida Julianne Moore en Identidad peligrosa? La decisión no fue fácil y tuve que echarme un volado: águila, la madurez; sol, la juventud. Salió sol, aunque mi deseo era el de un empate entre ambas mujeres, personajes secundarios pero notables. Birdy es una Lolita lela, pésima pianista en la que Crane cree ver un gran talento… Y vaya que Birdy lo tiene, pero no precisamente en sus interpretaciones musicales.
Norville Barnes (Tim Robbins) en El apoderado de Hudsucker (1994)
Filmada tras su consagración con Barton Fink –obtuvo la Palma de Oro en Cannes–, esta película no cubrió las expectativas de muchos. Sin embargo, es un filme notable sobre el modo de vida americano y la mano invisible del mercado, a cuyos consumidores Norville Barnes, lelo convertido en líder empresarial, trastorna con la creación del simple hula-hula, ya se sabe, ese aro de plástico que uno hace girar a la altura de la cintura con un movimiento bamboleante y rítmicamente preciso de caderas. Tim Robbins, lo mismo que Jeff Bridges y George Clooney, confirma su pertenencia a la constelación principal de actores masculinos de Hollywood con esta actuación, gracias al don como directores de los Coen.
Wheezy Joe (Irwin Keyes) en El amor cuesta caro (2003)
No es tanto el personaje, sino la escena de El amor cuesta caro en la que nos hace desternillarnos de risa –sorprende a George Clooney de intruso nocturno en una casa–, lo que vuelve a Wheezy Joe un personaje sin lugar a dudas memorable dentro de la filmografía de los Coen. Matón asmático, el personaje caracterizado por Irwin Keyes nos mata de risa con su súbita asfixia y el agudo tono de su respiración. Keyes es un actor de la serie de televisión The Jeffersons, muy exitosa durante los años 70, década en la que los Coen se formaron, entre otras cosas, ante la pantalla chica, como buenos muchachos americanos.
Staff Cine PREMIERE Este texto fue ideado, creado y desarrollado al mismo tiempo por un equipo de expertos trabajando en armonía. Todos juntos. Una letra cada uno.