Trilogías temáticas de grandes directores

El concepto de trilogía cinematográfica suele relacionarse con las grandes franquicias, como es el caso de El padrino o Star Wars. Más recientemente, el concepto ha sido vinculado casi exclusivamente con blockbusters como Volver al futuro, El Señor de los Anillos, Piratas del Caribe y El planeta de los simios, por nombrar algunos. Sin embargo, las posibilidades de las trilogías de cine son mucho más amplias para otros directores.

Algunos de los grandes cineastas han recurrido a trilogías temáticas, no para relatar una misma historia fragmentada en tres partes, sino para explorar a fondo toda clase de inquietudes sobre los temas más variados de la naturaleza humana, como son el amor, el sufrimiento y la muerte.

A continuación, las trilogías temáticas más destacadas de directores de cine.

NOTA: La siguiente lista se encuentra en orden cronológico según la primera película de cada trilogía.

Trilogía bíblica (Cecil B. DeMille)

A pesar de los escándalos personales que caracterizaron su vida, Cecil B. DeMille siempre se consideró a sí mismo como un hombre de fe, una mentalidad que le convirtió en uno de los mayores exponentes del cine religioso. Fue así como nació su Trilogía bíblica integrada por la silente Los diez mandamientos (1923) sobre una tragedia familiar surgida por desobedecer las enseñanzas divinas reveladas a Moisés; Rey de reyes (1927) que relata la pasión de Cristo; y finalmente El signo de la cruz (1932) sobre un soldado romano que deberá decidirse entre su amor por una mujer cristiana o la lealtad a su emperador.

A pesar de la enorme popularidad que caracterizó a estos títulos al momento de su estreno, el esfuerzo perdió impacto tras la realización de otras cintas de temáticas similares realizadas por el propio DeMille, como fue el caso de Sansón y Dalila (1949) y la renovada Los diez mandamientos (1956) que terminaría convirtiéndose en la obra cumbre del cineasta.

Trilogía de la victoria (John Ford)

Si hay un cineasta que fue determinante en la construcción del mito americano fue John Ford, quien aprovechó al western para abordar los huecos históricos que darían una identidad propia al país de las barras y las estrellas. Estos esfuerzos gozaron de un optimismo excesivo en sus inicios, para luego tornarse más irónicos y agridulces, algo especialmente palpable en su Trilogía de la victoria.

El proyecto inició con Sangre de héroes (1948) —mejor conocida por su título original de Fort Apache— que empatizó con los nativos americanos al abordar las tensiones yankees desde una perspectiva de miedo e incomprensión; continuó con La legión invencible (1949) que obtiene su nombre de una canción militar y que nos introduce con un veterano militar que debe enfrentar una triple misión previo a su retiro; termina con Río Grande (1950) sobre el inesperado reencuentro de una familia rota en un fuerte cercano a la frontera mexicana. Tres joyas cinematográficas que protagonizadas por un brillante John Wayne, fueron clave para consolidar a John Ford entre los grandes directores de todos los tiempos.

Trilogía de la soledad (Federico Fellini)

Federico Fellini, considerado uno de los grandes directores de todos los tiempos, fue responsable de una de las trilogías temáticas más célebres de toda la historia, con la que abordó la soledad humana en un mundo decadente.

Inició de una manera verdaderamente gloriosa con La strada (1954), estrenada en México bajo el título de La calle, y a la que consideró su obra más representativa por la profundidad psicológica con la que aborda las vivencias de una joven comprada por un artista callejero; continuó con Il bidone (1955), donde mezcló drama y comedia para introducirnos con un grupo de hombres que se hacen pasar por miembros de la iglesia para estafar a los campesinos de la Italia rural; cerró con una oda al dolor en Noches de Cabiria (1957), sobre una prostituta que deambula por Roma en busca de amor y esperanza, sensaciones negadas por una sociedad que le condena al desencanto. Tres títulos indispensables, no sólo dentro de la obra del italiano, sino de toda la cinematografía mundial.

Trilogía de la fe (Ingmar Bergman)

El mítico Ingmar Bergman aprovechó el cine para explorar una de las mayores inquietudes en toda la historia de la humanidad: la relación del hombre con Dios. Para ello recurrió a tres historias centradas en dilemas existenciales que impactan directamente en la religiosidad, como es el caso de Through a Glass Darkly (1961), que inspira su título de 2 Corintios 3:18 y que trata sobre una familia quebrada y que debe encontrar la manera de lidiar con los padecimientos mentales de una de sus integrantes. Le siguió Winter Light (1963) sobre un pastor sumido en una crisis de fe, la cual se manifiesta en servicios cada vez más vacíos, tanto por la pobreza espiritual como por el frío invierno que azota la región.

Termina con la polémica The Silence (1963) sobre dos hermanas alienadas que emprenden un viaje por un país en crisis para tratar de llenar sus múltiples vacíos. A pesar de las marcadas diferencias de sus argumentos, estos tres clásicos se enlazan brillantemente con su perturbadora reflexión: el mundo ha sido olvidado por Dios. Esta exploración condujo a una segunda trilogía que no goza de título ni reconocimiento oficial, sobre personas alienadas que buscan respuestas en su pasado, entorno o un Dios que permanece en un silencio perpetuo, y que es integrada por La hora del lobo (1968), Vergüenza (1968) y La pasión de Ana (1969).

Trilogía del apartamento (Roman Polanski)

Sólo un genio creativo como Roman Polanski podía convertir espacios cotidianos de tres grandes urbes, como son Londres, Nueva York y París, en auténticos sitios de pesadilla y desesperación, donde sus respectivos habitantes van sumiéndose en toda clase de problemas que eventualmente los conducen hasta la locura.

La improbable trilogía comenzó con la célebre Repulsión (1965), protagonizada por una memorable Catherine Deneuve; creció con El bebé de Rosemary (1968), cuyas similitudes con los asesinatos de Cielo Drive ocurridos sólo unos meses después y donde perdiera la vida Sharon Tate, esposa del propio cineasta, la hicieron especialmente perturbadora; finalmente cerró con El inquilino (1976), una joya psicológica olvidada y protagonizada por el mismísimo Polanski. Hay quienes piensan que la trilogía evolucionó en una tetralogía tras el estreno de ¿Sabes quién viene? (2011) por desarrollarse casi completamente en un apartamento, mientras que otros piensan que esta última cinta no posee los toques demenciales necesarios para formar parte de esta selecta lista.

Trilogía del dólar (Sergio Leone)

También conocida como la Trilogía del hombre sin nombre e integrada por Por un puñado de dólares (1964), La muerte tenía un precio (1965) y El bueno, el malo y el feo (1966), se trata del proyecto que afianzó a Sergio Leone como el amo y señor del spaghetti western y a Clint Eastwood entre los cowboys cinematográficos más importantes de todos los tiempos.

Aunque todas las historias giran alrededor del mismo personaje, un pistolero que imparte justicia con el uso de violentos métodos, el cineasta italiano nunca concibió las películas como parte de una misma historia, sino como una variante narrativa del mito americano, dejando atrás la ensoñación del western clásico para mostrar un país construido a partir de sangre y muerte.

Trilogía road movie (Wim Wenders)

Si Wim Wenders ascendió entre los grandes exponentes del cine alemán en los 70 fue en buena parte a su capacidad para magnificar las emociones de sus historias y personajes en los escenarios capturados por el cinefotógrafo Robby Müller.

Esta tendencia puede apreciarse en su trilogía de road movies que comenzó con Alicia en las ciudades (1974) sobre un periodista germano cuya búsqueda por un tema para escribir le guiará a un inesperado encuentro con una pequeña de nueve años; Falso movimiento (1975) sobre un escritor cuya falta de inspiración le llevará a un viaje en tren donde conocerá toda clase de peculiares individuos; Kings of the Road (1976) sobre dos hombres necesitados que establecen una relación de amistad en un viaje por la frontera que separa las dos Alemanias. Un esfuerzo que se apoya en los viajes para capturar las más profundas emociones del ser humano.

Trilogía de la madre (Dario Argento)

Dario Argento, maestro del giallo italiano, concibió una terrorífica trilogía alrededor de figuras maternas oscuras, con personajes interesados en arrebatar las vidas inocentes para la concepción del mal mediante la brujería.

La primera y más temible de todas es Mater Suspiriorum, la madre más anciana y perturbadora que fuera introducida en Suspiria (1977) donde emplea una escuela de danza como punto de reunión para su aquelarre; le sigue Mater Tenebrarun, la más joven y cruel, que en Inferno (1980) se hace pasar por una enfermera neoyorquina para concretar sus lúgubres objetivos; la última es Mater Lachrymarum, presentada en La terza madre (2007) mientras despierta de su hibernación con la muerte de sus hermanas.

Trilogía del deseo y la ficción (Pedro Almodóvar)

Pedro Almodóvar anunció recientemente en rueda de prensa que “sin haberlo pretendido, Dolor y gloria (2019) es la tercera parte de una trilogía de creación espontánea que ha tardado 32 años en completarse».

La cinta protagonizada por Antonio Banderas representa el punto final de una triple exploración del deseo y la ficción que comenzó con La ley del deseo (1987) sobre dos hermanos que operan en el mundo del espectáculo y cuyas vidas se complicarán aún más ante el surgimiento de un inesperado triángulo amoroso; el cineasta retomó los esfuerzos más de 15 años después con La mala educación (2004), sobre dos jóvenes amigos que comparten la pasión por el cine en el centro religioso donde son educados y abusados, una combinación que resultará determinante en sus vidas futuras; el proyecto terminó con la ya mencionada Dolor y gloria, una cinta de tintes autobiográficos sobre un director que rememora su vida al tiempo que intenta reconectar con su cara más creativa. Una trilogía inesperada y desconocida por muchos que no sólo certifica el talento del español, sino su eterno amor por el celuloide.

Trilogía de las cortinas rojas (Baz Luhrmann)

La llamada Trilogía de las cortinas rojas no obtiene su nombre por la presencia de estos elementos en las películas que la integran, sino de la teatralidad concedida por el siempre innovador Baz Luhrmann. Tres historias que llevaron al máximo toda clase de emociones humanas y que, exaltadas por valores como la música, la luz y el color, resultaron en espectáculos fascinantes que bien podrían ser etiquetadas como puestas en escena que fueron trasladadas al cine.

Inicia con Strictly Ballroom (1992) sobre un bailarín profesional que enfrenta los dilemas propios de una nueva pareja; sigue con Romeo + Julieta (1996), reinvención contemporánea del clásico de William Shakespeare; y alcanzó su punto más alto con Moulin Rouge (2001) que afianzó al australiano entre los realizadores más imaginativos de su generación. Aunque el concepto terminó aquí, muchos de sus elementos pueden palparse en cintas posteriores, siendo El gran Gatsby (2013) un buen ejemplo de ello.

Trilogía de los tres colores (Krzysztof Kieslowski)

El polaco Krzysztof Kieslowski concibió su idea a partir de los tres colores que integran la bandera francesa y más importante aún, lo que representa cada uno de ellos: libertad, igualdad y fraternindad.

La primera es Azul (1993), que protagonizada por una inolvidable Juliette Binoche, sigue la historia de una mujer que debe superar la pérdida de su esposo e hija en un accidente automovilístico, lo que resulta en una inesperada libertad de su viejo estilo de vida; Blanco (1994) recurre al humor negro para acercarnos a un inmigrante polaco afectado por la humillante partida de su esposa, quien lo deja sin dinero, residencia legal y amigos, lo que le lleva a perseguir una igualdad de circunstancias en busca de venganza; Rojo (1994) explora la fraternidad mediante los enlaces improbables, algunos de los cuales pueden desembocar en amistades e incluso en amores. Una trilogía de enorme calidad narrativa y visual que terminaría convirtiéndose en la obra maestra de su director y en todo un referente del cine francés.

Trilogía Before (Richard Linklater)

La Trilogía Before, que recibe su nombre de los títulos que la integran, Antes del amanecer (1995), Antes del atardecer (2004), Antes de la medianoche (2013), sigue la relación de su pareja central, desde su primer encuentro en la juventud hasta su madurez como una pareja consolidada y con dos hijas. Tres películas que relatan una misma historia, pero también una misma base temática con el amor como punto central, que van de las pasiones iniciales a las dudas existenciales surgidas con el tiempo.

El proyecto ha gozado de una estupenda aceptación gracias a su eterna tercia integrada por el director Richard Linklater y los actores Ethan Hawke y Julie Delpy, así como por un marco temporal respetuoso con la realidad al retomar la trama cada que los protagonistas alcanzan cierta edad para hacer que su evolución resulte lo más auténtica posible.

Trilogía del dolor (Alejandro González Iñárritu)

Una de las trilogías temáticas más celebradas de los últimos años, que bajo la dirección de Alejandro González Iñárritu y con guiones de Guillermo Arriaga, hizo honor a su nombre con una brillante exploración de la tragedia humana. Inició con la multilaureada Amores perros (2000) sobre individuos completamente ajenos que se ven enlazados por un brutal accidente automovilístico en la Ciudad de México, así como por la importancia canina en sus respectivas vidas; se extendió con 21 gramos (2003) que abordó las preocupaciones de tres personas unidas de un modo inesperado; culminó brillantemente con Babel, que encabezada por Brad Pitt y Cate Blanchett, recurrió a una nueva serie de enlaces improbables para demostrar que la muerte no entiende de fronteras. Acumuló un Oscar y nueve nominaciones más, lo que resultó determinante para afianzar a González Iñárritu entre los grandes cineastas de la actualidad.

Trilogía de la venganza (Park Chan-wook)

Tal y como su nombre lo indica, la venganza sirve como punto de partida para la mítica trilogía de Park Chan-wook, quien construye historias sustentadas en dolor, falta de ética y errores del pasado que terminan por detonar el lado más violento del ser humano.

La primera exploración fue con Sympathy for Mr. Vengeance (2002) sobre un sordomudo que secuestra a una niña para pagar un trasplante para su hermana, pero el plan sale mal y detona la ira del padre de la afectada. No gozó de un gran éxito, pero fue determinante para la concepción de la aclamada Oldboy (2003), de un hombre secuestrado, mantenido cautivo por 15 años y que finalmente es liberado sin mayores explicaciones, lo que arranca una sangrienta búsqueda de respuestas en el pasado.

Su éxito fue clave para la concepción de Sra. Venganza (2005), de una joven encarcelada por un asesinato que no cometió y cuya liberación resulta en la búsqueda del verdadero culpable. Historias de una brutalidad hipnótica y que sirve para suscitar toda clase de reflexiones sobre el hostil mundo en que vivimos.

Trilogía de la depresión (Lars von Trier)

El siempre controvertido Lars von Trier admitió haber padecido una crisis de depresión cerca del 2009, lo que le inspiró a explorar el tema en Anticristo (2009), Melancolía (2011) y Nymphomaniac (2013). La primera lo aborda desde la perspectiva de una pareja que se retira a una cabaña del bosque para tratar de superar la muerte de su hijo, decisión que sólo magnificará la caída; la segunda desde la perspectiva de dos hermanas que se preparan ante la colisión de la Tierra con el planeta que da título a la cinta; la tercera con la tortuosa historia de una ninfómana relatada por ella misma. Una trilogía incomprendida por muchos, a pesar del enorme poderío que caracteriza su narrativa, estética y simbología.

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Luis Miguel Cruz Algún día me uniré a los X-Men, la Alianza Rebelde o la Guardia de la Noche. Orgulloso integrante de Cine PREMIERE desde el 2008.