Viva

Entre el verano y el invierno, temporadas fílmicas en que los blockbusters avasallan las salas comerciales del mundo, usualmente se crea un breve espacio en donde el cine independiente, de autor o de propuesta –como quiera llamársele, menos con el erróneo título de “cine de arte”– logra colarse para beneplácito de todos aquellos que gustan de películas con pretensiones que van más allá del entretenimiento. Una oportunidad que no debe tomarse a la ligera y que bien puede aprovecharse es Viva, propuesta del irlandés Paddy Breathnach (Cabeza de muerte), que se convierte en necesario remanso ante la parafernalia digital y demás fuegos artificiales que suelen lucir las superproducciones. Y es que aunque se trata de una historia sencilla –el guion está escrito por el también irlandés, Mark O’Halloran–, su premisa resulta ideal para darle el protagonismo pleno a lo sentimientos y dejarse seducir por secuencias agridulces impregnadas de nostalgia que nos muestran la Habana profunda. Ésa que pareciera despedirse de manera irremediable. 

El protagonista es un joven cubano que, a sus 18 años, se encuentra en plena búsqueda de identidad. Él trabaja en un club de drag queens y espera la oportunidad de convertirse en una estrella de los escenarios. Su situación es precaria y se ve obligado a prostituirse para poder sobrevivir. Por si eso fuera poco, su padre, un exboxeador a quien no ve desde que tenía tres años, y que fuera encarcelado por asesinar a una persona durante una pelea callejera, reaparece. El conflicto está servido, dos hombres con edades y puntos de vista completamente opuestos, que buscan recuperar un endeble vínculo filial como último resquicio al que aferrarse, y así encontrar alivio para la soledad crónica que les aqueja. 

Destaca la sutileza con que el director logra ir bordeando un drama que pese a que podría caer en tremendismos, evita los excesos y expone los atajos emocionales que se presentan en el intento de crecer y de contraponer lo que se quiere con lo que los demás ven y esperan que se llegue a ser. La trama encuentra en la simpleza su principal atractivo, lo cual se fortalece con la forma en que se nutre con los escenarios. Sin embargo, esto también redunda en cierta falta de profundidad en el discurso y que algunas líneas argumentales resulten hasta cierto punto estériles.

Mención aparte merece Héctor Medina, quien a pesar de su juventud se desenvuelve con naturalidad, juega bien con los matices y da réplica a los actores de mayor envergadura que le acompañan, como Jorge Perugorría (Fresa y chocolate), de quien no sorprende el aplomo y honestidad con el que construye su personaje.  

Viva, que fue tan bien recibida en el Festival de Cine de Telluride 2015 y en Sundance 2016, además de que ser la seleccionada irlandesa para buscar el Oscar a la Mejor película extranjera, es un relato de redención y descubrimiento que transpira frescura y que se sostiene en el manejo emocional, y que pese a no ser lo incisivo que la propuesta misma parecía exigir, resulta conmovedor. 

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Jesús Chavarría Critico de cine y cómics. Critico en Cine con Kristoff de Telehit. Fue editor de Stageone México. Colaboró con Playboy, Chilango y la edición mexicana de Archie. Hoy escribe para La Razón y Mórbido Magazine. Conduce el programa de radio y Tv, Rocket.