Buscador
Ver el sitio sin publicidad Suscríbete a la revista
Cine

Viviendo con el enemigo – Crítica

17-05-2019, 1:00:04 PM Por:
Viviendo con el enemigo – Crítica

Viviendo con el enemigo es una historia de “amor prohibido” resultado de la soledad y el duelo, pero alimentada por la pasión reavivada.

Cine PREMIERE: 2
Usuarios: 3
Votar ahora:

Drama histórico ubicado en Hamburgo en la época inmediatamente posterior a la conclusión de la Segunda Guerra Mundial, en medio de una ciudad derruida por los bombardeos, con civiles ayudando en las calles a retirar escombros y cadáveres y vigilados y controlados por el ejército británico como resguardadores del orden público. A ese paisaje aterrador, que muestra escenas como la de la mujer peinando a la niña en una planta superior de un edificio sin fachada además de un ambiente nevado que suma desdichas a la ciudad desdichada, llega Rachael Morgan (Keira Knightley), quien se encontrará con su marido, el capitán Lewis Morgan (Jason Clarke, recién visto en Cementerio maldito), uno de los jefes del ejército británico a cargo de la reconstrucción, en la estación de tren atestada.

Ellos ocuparán la mansión enajenada al refinado arquitecto viudo Stefan Lubert (Alexander Skarsgärd), quien pide unos días para poder arreglar su salida hacia el campamento, un lugar de confinamiento adonde van los alemanes civiles colaboracionistas del recién caído régimen nazi, pero quien inesperadamente se queda a vivir con ellos, junto con su hija adolescente Freda (Flora Thiemann), tras la insistente invitación de Lewis, cada vez más afectado por la situación de los alemanes, y ante la reticencia de Rachael.

El ridículo título en español y el póster de Viviendo con el enemigo, largometraje de un James Kent que no supo cómo resolver los conflictos planteados en el filme, anuncian lo que sigue: una historia de “amor prohibido” resultado de la soledad y el duelo, de las desilusiones y las frustraciones, de una época de decadencia, pero alimentada por la pasión reavivada y la esperanza de transitar hacia un futuro promisorio y muy probablemente feliz. Abigarrada con elementos temáticos puestos en diálogos y situaciones pero sin profundizar en ninguno, como la discriminación por raza, el terrorismo, el fanatismo y el abuso de poder, la historia intenta cohesionarse a partir de este triángulo amoroso que, con todo y su potencial al centrarse en tres personas buenas carcomidas por la pérdida no resuelta, más bien se vuelve en detrimento del relato porque el director llega sin convencer ya no digamos a sus actores, sino a sí mismo.

Con un desaprovechamiento supino de sus  interesantísimos elementos de contexto, de su bien cuidada ambientación y de sus actores principales, Viviendo con el enemigo, adaptación de Joe Shrapnel y Anna Waterhouse de la novela The Aftermath de Rhidian Brook, corre en piloto automático. A lo más que pueden aspirar los actores, que tienen que pasar del odio feroz a la pasión más desmedida o del frío distanciamiento al iracundo sufrimiento en un tris, es a hacer expresiones cuyo factor común son los ojitos de borrego y el gesto compungido con pucherito a punto de estallar en llanto pero siempre contenido de todos. La película está lejos de ser recordada como un drama histórico posbélico, pero también como una historia de amor, redención y traición. James Kent fue incapaz de apretar las tuercas.

¿Quieres ser un emprendedor o emprendedora?
Conoce Emprendedor.com el mejor contenido de Ideas de Negocio, Startups, Franquicias, e Inspiración, síguenos y proyecta lo que eres.

autor Nadie quiere acompañarlo al cine porque come palomitas hasta por los oídos e incluso remoja los dedos en el extraqueso de los nachos. Le emocionan las películas de Stallone y no puede guardar silencio en la sala a oscuras. Si alguien le dice algo, él simplemente replica: "stupid white man".
Comentarios