WandaVision: la resolución del amor y el duelo – Crítica del Episodio 9

Hablar sobre procesos de dolor y duelo en el cine o la televisión generalmente se traduce en grandes ofuscaciones dramáticas en donde los personajes son sometidos a largos discursos, llantos desmedidos y música tendenciosa que provoque una respuesta emocional en el espectador. Sin embargo, también hemos aprendido que el duelo se dimensiona y se vive de una forma diferente por cada persona. Jac Schaeffer y Matt Shakman tomaron esa idea como premisa para configurar una historia sobre la pérdida y al mismo tiempo clamar su derecho creativo de explorarla de una manera única. WandaVision fue a ratos una serie divertida y emocionante, pero sobre todo con la aportación previa (puedes leer la crítica aquí) y con su episodio número 9, quedó en claro que la misión primordial del show fue el de ofrecer la justa sanación al personaje de Wanda Maximoff (Elizabeth Olsen).

Alrededor de todo el entramado de la serie circundaron incontables teorías y suposiciones que millones de espectadores disfrutaron de hacer y discutir semana con semana. Un arma de dos filos que puede provocar una decepción inminente una vez llegados al desenlace, al descubrir que éstas no se vieron cumplidas. Con WandaVision probablemente se manifieste el mismo fenómeno que sucedió hace algunos años con Star Wars: The Last Jedi, en donde al material objetivamente había poco que reprocharle, pero sí mucho que cuestionarle en cuanto a la expectativa.

Por ello lo más sano para hablar del final de WandaVision y su episodio 9 será concentrarse en todo aquello que desfiló por la pantalla, en lugar de atormentarse con lo que no sucedió. Y lo que sucedió fue una creativa resolución muy elaborada, y emocionalmente compleja, sobre una historia dolorosa que se ha ido construyendo gradualmente a lo largo de varias películas y que aquí encontró su más grande clímax.

Llegados a este punto, se comprende que la serie nunca se trató sobre introducir a nuevos personajes, cimentar el futuro del Universo Cinematográfico de Marvel, o de agregar nuevas secuencias de acción a la colección. Por el contrario, fue una muestra de creatividad que interpuso por encima de la fórmula, varios recursos narrativos propios de la televisión para darle rienda suelta a la imaginación audiovisual y resolver en el proceso la introducción definitiva y potente del personaje de la Bruja Escarlata.

En El final de la serie, hubo enfrentamientos varios y momentos de acción que probablemente llenarán de satisfacción a todos aquellos espectadores que en semanas previas clamaron por la falta de ésta. No obstante, lo más notable del episodio fueron las resoluciones emocionales de los personajes. Wanda tuvo que despedirse de sus hijos cuando comprendió que estos no podían existir al exterior de la burbuja idealista que había creado. De igual forma se preparó para decirle adiós una vez más al amor de su vida.

La gran diferencia aquí, es que Wanda se permitió decidir los términos y el ritmo de su despedida con Vision (Paul Bettany). La primera vez ella tuvo que exterminarlo y sacrificarlo todo en pos del bien colectivo. Momentos más tarde observó con impotencia cómo era asesinado ante sus ojos. Sin embargo, ahora pudo expresar todo lo que sentía y el significado que tuvo en su vida. Su mirada ya no era de dolor, sino de aceptación y de un amor profundo. La dimensión emocional de la serie resultó atípica en todo momento para un producto enfocado en el género de superhéroes. Y la actuación de Elizabeth Olsen fue la primera en la línea de batalla para lograr que así sucediese.

Por otro lado el episodio 9 también planteó algunas cuestiones interesantes con respecto a la moralidad del personaje. Si bien, todos pudimos comprender las motivaciones que tuvo Wanda para secuestrar a un pueblo entero, el guion no le eximió de la culpa. En una escena Agatha Harkness (Katheryn Hahn) despierta a todos los habitantes del pueblo ante los ojos de Wanda y ésta comprende que ha infligido dolor en cada uno de ellos. La dualidad villanesca del personaje cobra cada vez mayor protagonismo en la construcción de algo más grande por venir.

Precisamente, en ese sentido, el capítulo se tomó el tiempo de insertar pequeñas semillas que germinarán sobre todo en Doctor Strange in the Multiverse of Madness. Incluida la vez primera que se menciona abiertamente que La Bruja Escarlata será la responsable de la destrucción del mundo, al ser todavía más poderosa que El Hechicero Supremo. Todo devino a partir del Darkhold: el libro de los condenados, uno de los libros más famosos de Marvel en los cómics.

La introducción de lleno, de la hechicería y la magia en Marvel, vino acompañada además de varios guiños a otros audiovisuales. El mago de Oz (1939) se hizo presente dos veces para afirmar que en el mundo de WestView había dos brujas poderosas. Una de ellas bondadosa y protectora del reino, y una malvada y envidiosa de los poderes de la otra. Y es que finalmente supimos que la finalidad de Agatha era absorber los poderes de Wanda, como lo ha hecho a través de los siglos con tantas otras.

La estética del episodio bebió totalmente de lo que hemos conocido de Marvel hasta la fecha. El director Matt Shakman ya había confesado con anterioridad que para filmar las escenas de la serie que no transcurrían al interior del formato de la sitcom, había utilizado el mismo tipo de cámaras y lentes usados en las dos anteriores películas de Avengers, en la búsqueda de una consistencia visual. Los efectos visuales se usaron de forma más explícita en este episodio y aunque no todos ellos fueron del todo logrados, se trata de un punto que no afectó en nada a la experiencia.

Durante su episodio 9, WandaVision también puso sobre la mesa las cuestiones de la identidad. Vision tuvo que hacer frente a la pregunta más aterradora de todas: ¿Quién soy? Y la misma interrogante también fue trasladada a su doble de color blanco, quién desapareció probablemente para explorar más sobre sí mismo. El existencialismo propio de los relatos clásicos griegos, fue el soporte para hablar de la inteligencia artificial convertida en una conciencia independiente capaz de germinar sentimientos e incluso expresar una lágrima.

En ese sentido, para un show tan arriesgado como éste, poco importó a final de cuentas su conexión con otras películas. Es bien sabido que Marvel se construye a través de episodios y su forma de elaborar narrativas y evolucionar personajes ocurre con una o más obras diferentes. Pero en esta ocasión se prescindió casi por completo de cameos o conexiones explícitas al futuro y el guion se concentró en explorar de manera correcta y como nunca a cada uno de sus personajes.

En su totalidad la serie fue un amalgama de intenciones que fueron logradas, en su mayoría. Sobre todo la de introducir a Marvel en el ámbito televisivo con gracia y elegancia, haciendo un repaso por las distintas eras del entretenimiento en la pantalla chica. Además planteó cuestiones interesantes a través de su metanarrativa, para hablar sobre el consumo de la televisión y la forma en que funcionan los mundos ficticios de un formato tan específico como lo es la comedia de situación.

A final de cuentas WandaVision se tradujo como un logro más para Marvel Studios, pero sobre todo como un experimento televisivo que trascendió la pantalla, para convertirse en un fenómeno mediático. Pocas son las series de televisión, enfocadas en un público familiar, que lo arriesgaron todo a lo largo de varios episodios, para entregar un discurso tanatológico con una estética tan estimulante y creativa.

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Luis Angel H Mora Mi relación más estable es con el cine, la fiesta y la música. Me encanta escribir sobre cine, conocer gente nueva y compartir ideas. Idealista en todo sentido, supongo que es mi rasgo acuariano de ascendente.