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The Post y el periodismo en el cine

06-02-2018, 11:35:42 AM Por:
The Post y el periodismo en el cine

The Post: Los oscuros secretos del Pentágono se une a una larga tradición cinematográfica, siempre enamorada del llamado "mejor oficio del mundo".

«Una película de superhéroes para adultos”. Así describió la revista Time a la película de Steven Spielberg, The Post: Los oscuros secretos del Pentágono,  un ejemplo más de la representación del periodismo en el cine. Su reflexión es hiperbólica pero extrañamente acertada: a diferencia de los héroes de carne y hueso, los superhéroes tienen capacidades divinas, improbables, al margen de este mundo. Practicar el periodismo, entendido como el vigilante de la democracia y contrapeso del poder, es casi suprahumano en estos tiempos. Lo es en Estados Unidos, cuyo presidente ataca diariamente a la prensa e incita al público a sobajarla e ignorarla; pero también lo es incluso más en México, en el que tan sólo el año pasado 12 periodistas fueron asesinados, y en el que, como señalaría un reporte reciente de The New York Times, el gobierno manipula las verdades por medio de su gasto excesivo en publicidad oficial. Publicidad que merma la independencia de los medios de comunicación, pues muchos no pueden darse el lujo de perderla.

En este contexto,  lo que hicieron en aquel momento Katharine Graham y el editor Ben Bradlee no puede más que presentarse ante nosotros como una proeza, lo que convierte a la nueva película de Steven Spielberg en un miembro más del exitoso grupo de historias que enarbolan a estos profesionales como héroes. Una perspectiva que ha estado presente a lo largo de la historia del cine y que ha predominado en el nuevo milenio. Junto a los policías y a los detectives, el periodismo es una de las profesiones más representadas en el cine. De acuerdo con el censo realizado por el analista Richard R. Ness en su libro From Headline Hunter to Superman: A Journalism Filmography, en la historia del arte cinematográfico de EE. UU. (Hollywood y películas de serie B) ha habido más de 2,000 títulos que, de una u otra forma, han retratado lo que Gabriel García Márquez famosamente llamó alguna vez, “el mejor oficio del mundo” –ya sea como un escenario, como un personaje secundario o como elemento central en la trama–. Las primeras películas datan de la época silente y se extienden hasta la modernidad, enmarcadas en una diversidad de géneros abrumadora: drama, thriller, musical, comedia. Sobre todo, es un ámbito del que han brotado grandes clásicos de cine: pasando por el screwball de Sucedió una noche (1934) y la grandeza de Ciudadano Kane (1941), hasta el legado de películas como Ace in the Hole (1951) y Todos los hombres del presidente (1976).

Usualmente, el cine ha pintado a sus periodistas de dos formas: como paladines de la democracia o como individuos moralmente cuestionables. El séptimo arte también ha sido un tanto escéptico con el oficio escéptico por excelencia, sobre todo en los años 80, con películas como Ausencia de malicia (1981), en la que el personaje de Sally Field provoca que su fuente se suicide al revelar su identidad en el reportaje. Sin embargo, la mayoría de las cintas que han sido masivamente aclamadas y que han adquirido un alto perfil son las que han representado al periodismo como el “perro guardián” que vigila al poder. Según Brian McNair, autor del libro Journalism in Films, este tipo de proyectos generalmente cuentan con presupuestos grandes, elencos prominentes y consiguen ser tomados bastante en serio por tener un mensaje social o políticamente relevante para los tiempos en que se estrenan. Se les considera más que un mero entretenimiento y usualmente están basadas en historias reales.

Éste es el conjunto al que pertenece The Post. Aquel que se adueña del mito de David contra Goliath, pues en él se enfrentan la prensa y el poder en turno, usualmente a través del periodismo de investigación. Todos los hombres del presidente (1976); El informante (1999); Buenas noches, buena suerte (2005) y En primera plana (2015) –ganadora al Óscar a Mejor película–, son ejemplos de estas historias, en las que la información es considerada un arma valiosa: los poderosos tienen interés en que se mantenga oculta, mientras que la prensa considera que su deber es sacarla a la luz, como un servicio al público y en honor a la libertad de expresión. “La única forma de defender el derecho a publicar, es publicando”, dice el personaje de Tom Hanks, Ben Bradlee.

The Post es también un ejemplo del apetito que hubo  a inicios del nuevo milenio por un retrato decente e inspirador de la prensa, uno que se alimenta de la noción del llamado “cuarto poder” y que a veces suele ser nostálgico. Según McNair, el 80 % de las películas de 1997 a 2008 (cuando se publicó su libro) mostraron una imagen positiva y en muchos casos heroica de los periodistas –las representaciones negativas fueron reservadas a tabloides, paparazzis y el llamado infotainment–. Welcome to Sarajevo (1997), Veronica Guerin (2003), Capote (2006), Todo corazón (2007), Zodiaco (2007), Frost/Nixon (2008) son sólo algunas de ellas, y la tendencia continúa después de 2008 con cintas como La chica del dragón tatuado (2009); El solista (2009); la mencionada En primera plana, y The Post.

Los tiempos, al parecer, claman por el viejo heroísmo de la profesión que, para bien o para mal, siempre ha estado presente en la pantalla, como un reflejo de su eterna presencia en la esfera cultural, social y política. Amamos odiar a los periodistas. Pero es claro que amamos más cuando nos dan razones para amarlos. La mejor razón ahora es que, en estos tiempos de posverdad y cinismo, enfrentarse al poder es asunto de superhéroes.

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autor Periodista, editora en Cine PREMIERE y bailarina frustrada en sus ratos libres. Gustosa del cine, la literatura, el tango, los datos inútiles y de la oportunidad de desvelarse haciendo lo que sea.
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